Sucesos

Atropello y nacimiento de bebé cambiaron vida de pareja que consumía drogas

Ericka González le pidió a Dios una segunda oportunidad por lo que ahora vive otra vida con su familia fuera de las calles

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Ericka González y Richard Marín tienen desde hace poco más de un año una vida muy distinta a la de antes, que estaba llena de problemas a causa del consumo de drogas.

Entre lo más grave que experimentaron está que un carro atropelló a Ericka cuando tenía ya ocho meses de embarazo y eso la puso en riesgo de perder al bebé.

En ese tiempo ella también bebía alcohol y pasaba la vida en la calle junto a Richard.

El accidente fue el domingo 19 de enero del 2020 a las 10:15 de la noche al costado norte del templo católico de Aguas Zarcas. Su novio cruzaba la calle y Ericka, quien lo seguía, no se dio cuenta de que un vehículo se acercaba.

Richard afirma que el conductor se dio a la fuga mientras su novia quedó tirada en la calle. “El muchacho iba haciendo piruetas con el carro, iba borracho, le hicieron un parte”, afirma.

Las autoridades no lograron confirmar que el hombre manejara tomado y el accidente de tránsito sigue en investigación.

Ericka, de 22 años, era consciente de que andaba en malos pasos y que estaba haciendo mal. “Sabía que si me pasaba algo no iba a estar bien con Dios”, cuenta.

Después del atropello ella siempre estuvo consciente y desde que la subieron a la ambulancia comenzó a pedirle a Dios que los salvara a ella y al bebito. Las súplicas las siguió después desde la cama del hospital San Carlos.

En el centro médico la curaron y también recibió algunas trapeadas. Afirma que los doctores la regañaban por la irresponsabilidad que hacía al consumir drogas mientras estaba embarazada.

“Me decían que cómo era posible que no me cuidara. Yo dormía en cartones en la calle, debajo de las lluvias y teniendo esa panza grande; mi novio y yo vivíamos en la calle y ya habíamos perdido un bebé antes. Yo temía que mi hijo naciera con algún problema por todo lo que consumía (piedra y licor)”, detalló.

Se puede decir que le fue bien porque no sufrió fracturas en el atropello y, a pesar del impacto, el bebé seguía a salvo.

Ericka le tuvo que prometer a su mamá que haría cambios en su vida y, con eso, la señora convenció a los médicos de que le dieran la salida del hospital.

De las heridas le quedaron marcas que al principio la avergozaban, ahora las percibe como algo que señala un antes y un después.

“Son marcas feas, la gente solo se me quedaba viendo las cicatrices, pero las veo como parte de mi vida y la oportunidad para seguir”.

Un día después del accidente, Richard fue a denunciar (el atropello) y más bien quedó preso por un robo que había cometido en la calle. Permaneció encerrado tres meses en la cárcel de San Carlos.

La situación se complicaba más mientras el bebé estaba en camino.

Nueva vida

Ericka tenía que seguir adelante y el 8 de febrero del 2020 regresó al centro médico para dar a luz y allí los médicos la felicitaron porque estaba limpia de drogas.

“Erick trataba de dejar las drogas, pero recayó cuando estuvo en la cárcel. Luego vio que el bebé nació y le doy gracias a Dios porque él hizo un cambio en su vida, le dieron tobillera, dejó el vicio y ahora se esfuerza por nosotros”, comenta.

“Tenemos que luchar por nuestro bebé, hemos pasado momentos difíciles, lo que yo hago es agarrarme de Dios y echar para adelante, no volver hacia atrás”, añade.

En la calle conocen a Ericka como “Piojo”.

“A veces me topo con amistades y no quisiera hacerlas a un lado, pero cuando uno quiere un cambio tiene que alejar la mala amistad; ellos me dicen ‘Piojo, a veces nos preguntamos cómo usted pudo y nosotros no vamos a poder’; yo solo les digo que hay que quererse mucho para cambiar y abrirle el corazón a Dios”, explica.

Ericka quedó con traumas debido al accidente. Le da miedo cruzar la calle, no puede tener un carro a la par porque siente que le va a pasar por encima.

Pero hay algo más importante que eso: su hijo y las ganas de seguir por un camino distinto al de antes.

“La gente dice que mi bebé es un milagro porque en el embarazo tenía mala alimentación y los vicios”.

Ericka se encarga de cuidarlo y su esposo se dedica a las ventas de frutas y le ayuda al papá en trabajos de refrigeración en Aguas Zarcas y alrededores.

“Mi hijo es hiperactivo, siempre quiere que hagamos lo que él quiere, pero es nuestra alegría”, cuenta la joven madre.

El atropello no ha sido llevado a los tribunales, Ericka espera que llegue esa etapa y se haga justicia. Mientras tanto, tanto ella como Richard se esfuerzan por seguir en el camino recto.

Alejandra Morales

Alejandra Morales

Bachillerato en Periodismo en la Universidad Internacional de las Américas y licenciada en Comunicación de Mercadeo en la UAM. Con experiencia en temas de sucesos y judiciales.

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