Sucesos

Bomberos de Pavas son los que más emergencias atienden y hasta deben recibir a muchos baleados

En ese cantón no hay Cruz Roja y por eso les toca darle atención a heridos en la zona

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A los bomberos de la estación de Pavas les toca bailar con la más fea ya que, además de ser los que más emergencias atienden al año, al menos una o dos veces a la semana les llegan a dejar personas baleadas para que intenten salvarles la vida y hasta reciben amenazas.

Los datos del Cuerpo de Bomberos indican que el año pasado, en todo el país, se atendieron 66.870 emergencias. Los rescatistas que más participación tuvieron fueron los de Pavas, ya que estuvieron en 3.348 de los casos; luego sigue la estación del centro de Heredia con 3.310; y en tercer lugar estuvo la del centro de Alajuela con 3.239.

Cristian Sánchez tiene 22 años de ser bombero y en los últimos dos se ha desempeñado como jefe de la estación de Pavas. Él cuenta que en ese lugar trabajan 60 rescatistas, entre permanentes y voluntarios, y que siempre pasan muy ocupados.

“La mayoría de incidentes que atendemos son quemas en charrales, rescates de animales, cortocircuitos y accidentes de tránsito.

“Por la zona en la que estamos nos toca dar colaboración a muchos lugares y edificios importantes, entre ellos el estadio Nacional, las comunidades de Pavas, Hatillo, La Carpio, parte de la ruta 27 y, además, damos soporte con la plataforma que tenemos a edificios en San José”, explicó.

Sánchez fue quien nos explicó que ellos también deben lidiar con una situación particularmente peligrosa, que hasta les genera miedo.

“En Pavas no hay Cruz Roja y eso hace que muchas veces, cuando hay balaceras y alguna persona resulta herida, la traigan aquí en lugar de llevarla directamente al hospital. En la mayoría de esas situaciones, las personas que resultan heridas están involucradas en pleitos de pandillas de la zona, por lo que los amigos saben que si llevan el herido a un centro médico es probable que los vayan a detener, por eso prefieren venir a dejarlos a la estación.

“Son situaciones muy complicadas porque, además de tener la presión de luchar por salvar la vida de una persona herida, muchas veces los allegados que acompañan a las víctimas nos amenazan de muerte, es imposible no sentir temor en esos casos”, aseguró.

Hacen de todo

El jefe de bomberos dice que ellos atienen todo tipo de casos, algunos curiosos y sencillos, otros muy duros y que los marcan para siempre.

“Una vez atendimos un caso de unas personas que llamaron para decir que había una araña peligrosa en la casa y cuando llegamos ya ellos hasta la habían metido en un frasco”, contó.

En esa ocasión los bomberos habían informado que invirtieron ¢400 mil en la movilización de un vehículo y personal para atender ese hecho.

Pero no solo les ha tocado rescatar arañas, lo más común son los enjambres de abejas, los perros furiosos, serpientes que se meten en casas, felinos, aves, mapaches, perezosos y hasta toros que amenazan con embestir a quien se le ponga al frente.

Pero en otras ocasiones tienen que atender situaciones que les parten el alma y los acompañan el resto de sus carreras.

“Nosotros estuvimos atendiendo el incendio que se dio hace poco en La Carpio, en el que murieron siete personas. Esos casos son realmente fuertes, sobre todo cuando hay niños involucrados. Ese día fallecieron dos pequeños y cuando uno tiene hijos el sentimiento es aún peor porque se pone en el lugar de los papás y es algo terrible”, aseguró.

También han atendido avionetazos, el último se dio el viernes 10 de mayo en Rohrmoser, 100 metros al este del Fresh Market. Dos argentinos resultaron heridos cuando la aeronave en la que iban perdió fuerza y se estrelló en plena calle.

Sánchez dice que el ocupado trabajo a veces no les da chance ni de dormir.

“Cuando las cosas están muy movidas uno ni se acuesta en la cama en toda la noche, amanece tendida porque uno anda en un montón de cosas. Cuando las cosas están tranquilas aprovechamos el tiempo para hacer prácticas y estar siempre en buenas condiciones para atender emergencias”, relató.

El rescatista dice que pese a todo lo negativo que enfrentan en las labores diarias, la pasión que los lleva a ponerse el uniforme sigue intacta.

“El ser bombero es un estilo de vida que uno disfruta mucho y siempre nos exige a dar lo mejor. Nos reta y nos hace estar en constante preparación para salvar la mayor cantidad de vidas posibles”, finalizó el jefe de bomberos.

Rocío Sandí

Rocío Sandí

Licenciada en Comunicación de Mercadeo de la Universidad Americana; Periodista de la Universidad Internacional de las Américas, con experiencia en Sucesos, Judiciales y Nacionales. Antes trabajó en La Nación y ADN Radio.

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