Don Carlos Villaneilly asegura que haber quedado ciego fue una "bendición de Dios".
"Nosotros le decimos un estate quieto, porque Dios me mandó no una, sino varias señales para que cambiara, pero yo no hice caso", cuenta Villaneilly.
Este torero brumoso recuerda que él mientras andaba recorriendo el país metido en redondeles, llevaba una vida muy desordenada.
A tal punto que fue un hombre mujeriego, al que además, le encantaba la fiesta y el licor.
"A esas fiestas no le dicen las fiestas bravas por la bravura de los toros, sino porque uno se metía a las corridas, después de eso se iba a tomar, luego fiesta y ahí hacía uno de todo hasta la madrugada, eran fiestas bien bravas", recordó.
Don Carlos estuvo juntado 14 veces y asegura que él no sabe dónde estaría ahorita si no se hubiera quedado ciego.
"Uno era tan desordenado que quizás no tendría a mi señora, a mis hijos, uno no sabe si hasta ya me hubiera matado en el carro", dijo Villaneilly
Además, dice el torero que con toda la plata que se ganó él pudo haber sido ganadero, pero al preguntarle qué hizo con todo ese dinero respondió: "se me fue en guaro".
Por eso, aunque ahora está ciego, asegura que prefiere vivir así que regresar a su pasada vida de desorden, en la que podía ver, pero no salía de la oscuridad.