Don Carlos Villaneilly, el conocido extorero improvisado quien perdió la vista en los redondeles, se siente como si hubiera perdido a un ser querido porque este domingo se le quemó por completo su amado carrito, al que había bautizado como “El Fiestero”, por una falla mecánica.
Don Carlos Calderón Álvarez, como realmente se llama, es muy conocido en el mundo de las corridas ya que durante 35 años fue uno de los toreros más valientes del país, hasta que en el 2001 sufrió dos accidentes en la arena que lo dejaron ciego.
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En lugar de echarse a morir por lo sucedido, don Carlos más bien se puso las pilas para buscar la forma de sacar adelante a su familia, ahí fue cuando tuvo la idea de usar su carrito para perifonear y animar topes, fiestas y corridas, esto con ayuda de su esposa que se encargaba de manejar.
Así fue como Villaneilly, de 58 años, se ganó la vida durante 17 años, con su inseparable Isuzu Trooper modelo 1990, al que de cariño nombró como “El fiestero”, pues asegura que el chuzo pasaba de fiesta en fiesta.
Triste despedida
La historia de don Carlos y su carrito llegó a su fin la mañana de este domingo, cuando estaban perifoneando cerca del parque de Cartago.
“Andábamos anunciando una tienda y de un momento a otro la doña me dijo que el carro se estaba quemando y nos tuvimos que bajar. Se quemó todo, era el machete mío de trabajar, era el único carro que tenia”, contó.
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El eximprovisado dijo que en cuestión de pocos minutos el fuego se apoderó de su carrito, por eso fue necesario llamar a los bomberos para que intentaran salvar lo que quedaba de “El Fiestero”.
El brumoso dijo que realmente no entiende qué fue lo que pasó, pues el chuzo andaba bien, de vez en cuando le fallaba como sucede con cualquier carro, pero nunca le pasó por la mente que algo así pudiera pasar.
“Es algo muy triste, desagradable, es el carro de uno y yo soy el único pilar de la casa, con eso llevaba sustento al hogar”, añadió.
Con mucho esfuerzo
Villaneily se llevó lo que quedaba del carro para su casa en Guadalupe de Cartago, pues aseguró que jamás iba a dejar botado a su fiel compañero. Mientras estaba recostado a su chuzo, don Carlos recordó lo mucho que le costó comprarlo.
“Cuando yo estaba bueno de los ojos me dediqué a vender camisetas de la Sele y con eso hice un pequeño ahorro y me compré el carro, pero a los seis meses fue que me quedé ciego”, contó.
Don Carlos de momento no tiene forma de llevar sustento a su casa; sin embargo, aseguró que el mantiene la esperanza de que Dios lo va ayudar en este momento tan complicado.