Julieta Fernández Calderón fue una destacada oficial de la Fuerza Pública durante más de 20 años, ella llevaba sangre de guerrera, pues fue capaz de vencer un cáncer y luchar por su familia, pero tuvo un final lleno de crueldad por parte de un hombre en el que confío.
Ella tenía 67 años, disfrutaba de su pensión y le quedaba mucha vida por delante porque cuidaba su salud y la de los suyos, ya que pasaba pendiente de sus papás.
Este sábado 14 de junio, se cumplirá un año de haber sido hallado su cuerpo. Julieta tuvo un triste final, ya que fue asesinada, quemada y enterrada dentro de una finca ganadera en Dota.
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La última vez que se le vio con vida fue el 5 de junio del 2024, en El Jardín de Cedral de Dota, comunidad que le encantaba, porque le transmitía paz, pero paradójicamente fue en ese lugar donde la mataron.
El único hijo de Julieta, quien prefirió que no pusiéramos su nombre, le detalló a La Teja, que su mamá siempre fue un alma libre, una mujer valiente y pulseadora.
“Ella venció el cáncer una vez, también le ganó a un problema de circulación sanguínea en las piernas que tuvo en sus últimos años y que implicaron varias operaciones, lidió con situaciones complejas en su trabajo como oficial de policía, estuvo en los años más duros donde los entrenamientos básicos policiales eran de verdad (exigían muchos entrenamientos). Ella no solo era independiente, era una mujer incansable”, recordó el hijo.
El cáncer que venció era de útero y fue cuando su hijo era un niño.
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Al pensionarse, doña Julieta vivía tanto en San José como en Dota, en el primer sitio su actividad se centraba en cuidar de sus papás; mientras que en Dota, era el lugar que buscaba para encontrar la paz en medio de las montañas, sentir el frío y las flores que tanto cuidaba en su jardín. Además, ella acostumbraba cortarles el pelo a sus vecinos.
Ella nunca mencionó que tuviera miedo de vivir en esta comunidad. Era una más de los lugareños, era normal verla usando una pala, el machete, cortando el zacate, construyendo un cobertizo o picando madera, de esa manera fue que logró tener una casa acogedora, en la zona ella alquilaba, pero soñaba con tener su propio terreno e incluso cambiar de carro para tener uno más alto adecuado para la zona montañosa.
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“Creo que luego de pensionarse bajó un poco la guardia por su buen corazón”, señaló el hijo, al referirse a que no desconfiaba porque sentía que había seguridad.
En esta comunidad, conoció a un peón agrícola de apellidos Martínez Fallas, de 27 años, quien sería el responsable de quitarle la vida de una manera atroz.
Después de supuestamente matarla, Martínez habría utilizado el celular de la víctima para evitar sospechas y fingir que era ella. Además le robó el carro, el cual apareció abandonado en Dominical.
Martínez está detenido y cumpliendo prisión preventiva hasta setiembre próximo, por lo que se espera que el caso llegue pronto a juicio en donde es sospechoso de femicidio.
Lo que más extraña hijo de víctima de femicidio
El hijo fue quien denunció la desaparición de su mamá, lo que más le llamó la atención fue por medio de las conversaciones con su mamá mediante mensajes, ya que tenían errores ortográficos. Además, él terminó de confirmar que algo había ocurrido con su mamá, cuando el carro de Julieta lo andaba el sospechoso.
Como hijo extraña mucho a su mamá, pues ella era su confidente y también su paño de lágrimas, por lo general siempre compartían un rato durante las noches.
“Nos sentábamos a filosofar de la vida, a tomar vino, a comer y ver videos musicales. Ella era la única persona que me veía llorar y a la que le contaba mis problemas. Eso es lo que más extraño… hablar con ella, escucharla reír, ser ella”, expresó.
A un año de la ausencia física de Julieta, su hijo la siente más viva que nunca y sueña con volver a verla.
“Por siempre y para siempre estará viva en mí. Mi mayor fe es volverme a reunir con esta grandiosa persona que tuve el honor de conocer y todavía mayor de que haya sido mi mamá”, manifestó.
Su hijo comentó que a doña Julieta le encantaban las montañas porque ahí siempre respira mucha paz.
“Ella era muy creyente de las energías y el universo, siento que entendía más de lo que otro ser humano percibe en la vida“, dijo su hijo.