Anne Román, amiga cercana de Silvia Gabriela Vílchez Mora, de 55 años y quien fue asesinada en Estados Unidos, dice que ellos empezaron a sospechar de que algo no andaba bien desde los primeros días de la desaparición de su conocida.
El hijo de Vílchez le aseguró a ella y a otras amigas y vecinas, que su mamá se había ido para Costa Rica y que pronto regresaría, pero esa versión nunca les cuadró mucho.
“Ella no desaparecía así nunca. Siempre se sabía de ella. Yo le pregunté a él por su mamá y me dijo que se había ido de paseo y que volvería pronto, se lo dijo también a otras personas”, contó Anne, todavía incrédula ante lo ocurrido.
La mujer asegura sentir un profundo dolor por la muerte de su amiga, a quien conocía desde hace años, cuando ella también emigró.
Anne asegura que Silvia era cercana, cariñosa y siempre pendiente de su familia, ante sus ojos ella se desvivía por ellos.
“Mira, su hijo tenía cercanía con mis hijos y con otros muchachos del barrio. Era un joven tranquilo, reservado en sus cosas, por eso esto nos tiene asombrados”, expresó.
Para ella, nada encajaba: Silvia jamás se hubiera ido del país sin comentarle a una de sus amistades más cercanas, por lo que les extrañaba mucho.
El caso comenzó el 28 de octubre, cuando varias personas reportaron a Silvia como desaparecida ante el Sheriff del condado de Sequatchie, en Tennessee.
Celular fue la primera pista que encontró la Policía
Su hijo, Gabriel Vílchez, dijo inicialmente que su madre había viajado a Costa Rica. Sin embargo, esa explicación se desmoronó rápidamente cuando los investigadores rastrearon el teléfono de la mujer y lo ubicaron en la propiedad familiar.
Los oficiales hallaron el teléfono celular en un pequeño estanque de peces detrás de la casa donde vivía con su hijo y su esposo.
Dos días después, el 30 de octubre, los agentes realizaron un allanamiento en la vivienda ubicada en la zona de Lewis Chapel, a unos 30 kilómetros de Chattanooga.
Allí, según el reporte oficial, encontraron indicios de violencia dentro de la oficina de la casa, así como señales que llevaron a ampliar la búsqueda en el patio, donde finalmente se localizaron restos humanos que luego fueron confirmados como pertenecientes a Silvia.
Gabriel fue detenido junto con su padrastro, David Gardiner, de 64 años.
De acuerdo con la investigación, el joven habría admitido ante las autoridades su responsabilidad en el ataque y en los hechos posteriores.
Gardiner, por su parte, negó haber participado, pero ambos enfrentan cargos por homicidio y abuso de un cadáver. Durante la audiencia preliminar que se realizó esta semana, un juez decidió otorgar a Gardiner una fianza de $250.000, mientras que el joven permanece detenido sin derecho a fianza.
De momento no ha trascendido si Gardiner pagó la fianza.
Anne asegura que ninguna de las dificultades que Silvia mencionó alguna vez hacía pensar en un final tan devastador.
“Si en algún momento ella habló de que su hijo estaba rebelde, era lo normal que viven los adolescentes. Nunca dio señales de preocuparse de algo serio, ella compartía la maternidad con varias mujeres cercanas con hijos en edades parecidas, por lo que todas agarrábamos consejos de lo que cada una vivía o pasaba, todo esto es muy extraño. Tenía mucha fe y por eso era tan cercana a la iglesia de la comunidad”, recordó.
Lo que más le impacta es imaginar el miedo que pudo sentir su amiga en sus últimos momentos.
“Su celular estaba en un estanque de peces… no podemos imaginar lo que pasó. El corazón de una madre no soporta un dolor así, pensar que el hijo al que cuidó, protegió y amó pueda lastimarte de esa forma, ella era una mujer buena, yo me despierto a veces, porque tengo problemas para dormir y me pongo a pensar en ella y en su familia y me pregunto, ‘¿qué pudo pasar?’, y no logro de verdad comprender”, aseguró.
Los vecinos de Gaby, cómo ellos le decían, se mantienen muy pendientes del caso y esperan que aunque ya no podrán nunca más ver su hermosa sonrisa, ni sentir sus abrazos sinceros, se haga justicia; de momento se está a la espera de que fijen una fecha para ir a juicio.



