Una de las amigas de Marilyn Chacón, la mamá de 33 años, que murió en un incendio junto con sus tres hijos en San Juan de Dios de Desamparados, aseguró que ella tenía un gran sueño que estaba segura que iba a cumplir, pero la fatalidad se lo arrebató.
“Entre más días han pasado desde la tragedia, más duro se ha hecho vivir con la ausencia de todos ellos, y no es solo un sentimiento propio, sino de los vecinos. Es imposible no sentir dolor y tristeza y, sobre todo, poder entender, porque no hay cómo. A la distancia, abrazo el dolor de sus padres”, dijo la amiga de apellido Hernández.
Marilyn falleció junto con sus pequeños Kendall de 11, Keylor de 6, y Kristtel de 3 años.
La amiga de Marilyn nos contó que llegó al barrio hace unos 11 años, cuando Chacón tenía a su hijo más pequeño y, desde ese momento, se convirtieron en vecinas y amigas.
“Las dos nos queríamos mucho, nos teníamos mucha confianza; a ambas la vida nos ha dado duro, y yo le decía Purris ya pronto la vida no nos va a traquetear más. Ella me contaba que no quería dejar de estudiar, soñaba con emprender con algo que le diera un poco más de dinero, porque ella tenía grandes planes. Su mamá la apoyaba demasiado, pero ella quería quitarle un poco de peso, y todo lo que hacía era por el bien de sus hijos, pues su anhelo era romper con todo lo que una vez les dolió o les hizo daño”, manifestó Hernández.
La amiga sostiene que Marilyn se esforzó mucho por poder sacar el bachillerato y no permitió que nada ni nadie la detuviera.
“Ella era una mujer que se esforzaba mucho y siempre daba el 100 por ciento en todo; tenían muchas limitaciones económicas, pero ella quería salir adelante para que sus hijos luego pudieran estudiar. Por eso, hacía rifas, manualidades, vendía cosas, tenía una pensión baja, pero se la iba jugando. A ella le podía faltar lo que fuera, pero a los niños no”, contó.
Marilyn le había comentado que estaba buscando opciones de cómo ponerse algo que le ayudará a generar dinero desde la casa; hasta pensaron en hacer algo juntas, porque ninguna quería dejar por mucho tiempo a sus hijos. Pensaron en varias opciones, pero el sueño nunca se concretó porque se vino la desgracia.
La amiga afirma que la víctima estaba muy emocionada por la graduación de sexto de su hijo mayor, y la posibilidad de que él entrara al colegio y no tuviera que interrumpir sus sueños.
“Eso era algo que la tenía llena de orgullo, se le llenaban los ojos de lágrimas, porque, además, Kendall tenía notas muy buenas y era muy esforzado. Ese chiquitito sabía que para salir adelante había que estudiar, y él tenía esa ilusión también”, señaló.
“Ella ya no estaba dispuesta a escuchar un no, porque había decidido a salir adelante con sus hijos. Quería llegar a tener un buen trabajo y hasta un carro; un gajito vacilaba, porque quería que sus hijos tuvieran oportunidades distintas”, agregó Hernández.
La vecina asegura que la mamá se sentía contenta de vivir sobre la pulpería, porque estaban haciendo una vida nueva para los cuatro.
“Dejar atrás la otra casa fue un nuevo comienzo para ellos, y aunque era un lugar muy humilde, estaban bien, felices y agradecidos. La dueña era muy buena con ellos y los otros inquilinos también, por eso han sentido tanto su muerte. Usted sabe que uno cuando vive así termina creando vínculos familiares con desconocidos, que muchas veces lo llegan a querer más que la propia familia”, comentó.
Desde aquel 27 de julio que ocurrió la desgracia, Hernández no ha podido dormir bien, pues ha tenido ataques de pánico y algunas noches ha llorado desconsolada junto con sus hijos.
“La madrugada del incendio, una amiga me llamó y me dijo que la pulpería se estaba quemando y que había mucho humo. Yo me alisté rápido, llamé a mi hermana y le pedí que viniera a quedarse con mis hijos y me fui en carrera. Cuando llegamos, se escuchaban los gritos de ayuda. Es desesperante saber que alguien que quieres está a punto de morir y que, además, están sus hijos, es que no se pudo hacer nada”, recordó.
Ella reveló que cuando los bomberos le confirmaron a la familia que ya estaban los cuatro fallecidos, ella corrió como loca a su casa porque estaba desconsolada.
“La mamá de Marilyn contaba que Kenditall estaba orando; ella (Marilyn) había llamado a su mamá para pedirle ayuda, y yo no puedo sacarme esto del corazón. Pienso todos los días en ellos; incluso, le había comprado una muñeca a Kristtel para su cumpleaños (2 de agosto), y no he tenido el valor de sacarla de la bolsa. Esto es tan doloroso”, dijo.
Para la amiga y para los vecinos, aunque la tragedia ya pasó, parece no tener final, pues el olor del incendio todavía se percibe, y durante varios días los escombros se mantuvieron bloqueando la calle.
“Es un dolor para todos, no sé cómo explicarle; a ratos el olor llega más fuerte, ver la casa como quedó, pero además ver las cositas de ellos quemadas durante días en la calle. No puedo explicarle, no hay corazón que resista.
“Esta comunidad quedó marcada por esta desgracia tan grande, ahora que se cumpla un mes quiero ir al cementerio y llevar la muñeca. Estoy tratando de ser fuerte, pero si yo me siento así, me atormenta pensar en el dolor de esos abuelitos, que perdieron a su hija y a sus nietos a los que tanto amaban”, concluyó.