Sucesos

Estos son los timos en los que aún caen los ticos (y hay uno con la lotería)

Según la información de la que dispone el OIJ, la mayoría de las víctimas son personas entre los 16 y los 25 años.

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Si hay gente en el mundo que tiene creatividad, esos son los timadores.

Las tramas que usan son a veces conocidas, pero siempre se llevan en banda a más de uno y, según informan las autoridades, las personas entre 16 y 25 años son las que más están cayendo en los timos callejeros.

Estos delitos se dan sobre todo en las calles y en otros espacios públicos, explicaron Ángelo Cerdas, fiscal de la Unidad de Tramite Rápido del Ministerio Público y Yorkssan Carvajal, jefe de la Sección de Fraudes del OIJ, en el programa “Frecuencia MP”, que se transmite los lunes por radio Columbia.

Cerdas comentó que este año han recibido 1700 denuncias (en San José 847, en Alajuela 287 y en Heredia, 248).

Los expertos recordaron también que los timadores aparentan ser gente humilde, de zonas rurales y a veces son bastante mayores; se disfrazan de personas con necesidad.

Así, con la pinta de abuelitos indefensos o campesinos inocentes hacen de las suyas con tal de adueñarse de bienes ajenos.

“Se muestran vulnerables y se aprovechan de los jóvenes, que caen fácilmente; son más vulnerables por la edad, ellos (los delincuentes) por su apariencia les hacen creer que están en una situación de necesidad extrema”, dijo Carvajal.

Gracias a las denuncias recibidas, los agentes judiciales han logrado determinar que los timadores callejeros andan en pareja, pero es solo uno el que se acerca primero a la posible víctima.

“Hacen muy buen uso del verbo (hablada) y la segunda persona que se acerca logra bajar la capacidad de defensa del afectado y valida la versión del primero”, dijo Cerdas.

“Los timadores son perfiladores, andan viendo los movimientos de las posibles víctimas hasta por largos ratos”, dijo Carvajal.

El timo más común, y además viejito, es el del cambio de lotería. Es este: los dos timadores eligen una persona y uno se aproxima, le cuenta que viene de lejos, que no tiene cédula o está indocumentado, que no sabe leer ni escribir, que tiene un premio de la lotería pero no sabe dónde puede cambiarlo y que necesita ayuda.

El segundo timador se acerca a su “colega” y a la víctima como en plan de conversar y asegura saber dónde puede el otro cambiar el premio y se ofrece a ir, pero el dueño de la supuesta lotería premiada le pide dejar alguna pertenencia de valor como garantía de que va a volver porque el premio es grande (hablan de ¢100.000 o hasta ¢300.000).

El cómplice accede, deja algo y se va... Luego regresa y el dueño de la lotería le regala cierta cantidad de plata, con lo cual se gana la confianza de la persona a la que desean darle por la jupa y entonces el de la lotería le asegura que tiene otros pedacitos que debe cambiar.

La persona acepta dejar una pertenencia de valor y va a hacer el cambio y descubre que lo del premio era un cuentazo, cuando regresa donde el supuesto ganador no lo encuentra por ninguna parte.

Brillo engañoso

Otro timo que sigue funcionando es el de la supuesta venta de oro, muy parecido al de la lotería.

Los expertos contaron que los timadores escogen a la posible víctima y se le acercan con una media de vestir en la que echaron algo pintado con spray dorado. La media va bien anudada, como para hacer creer que lleva algo muy valioso.

Luego hacen el mismo toque que con la lotería: que quieren ir a vender el oro, pero no saben dónde y etcétera.

A veces las víctimas entregan celulares, billeteras, plata y, el colmo, ha pasado que dejan una mascota. Sea lo que sea, lo pierden.

Y en la lista de los timos no faltan el de la letra de cambio y el cheque; el timador le dice a la víctima que necesita que alguien se los cambie para tener efectivo y aplica el mismo engaño que con la lotería o el oro.

En estos tiempos de pandemia uno de los timos más tristes tiene que ver con el trabajo.

Si los timadores ven que una persona entra a varias tiendas preguntando si tienen puestos disponibles, la siguen; al rato uno de la pareja se le acerca con el cuento de que es dueño de un comercio (incluso se podría presentar con un gafete o una camiseta con un logo) y le dice al desempleado que tiene un puesto y que se lo dará, pero que debe darle una plata para uniformes o algún otro gasto.

Tanto Cerdas como Carvajal fueron claros: las posibilidades de recuperar lo perdido en un timo son muy pocas, pero pidieron que eso no desmotive para ir a denunciar.

Silvia Coto

Silvia Coto

Periodista de sucesos y judiciales. Bachiller en Ciencias de la Comunicación Colectiva con énfasis en Periodismo. Labora en Grupo Nación desde el 2010.

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