Sucesos

Fotógrafa mató a su casero, lo quemó y luego lo enterró en el patio de un taxista

Fotógrafa hizo pensar al taxistas que llevaba un perro muerto

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Un taxista vivió un calvario luego de que por ser amable, terminó involucrado en un terrible asesinato, solo por tratar de ayudar a una muchacha que conocía.

La historia es terriblemente dolorosa, y fue contada por un funcionario judicial de apellido Mora, quien, por el puesto que ocupa en la actualidad, no puede ser identificado, pero estuvo vinculado con una parte de la investigación.

Homicidio de José Joaquín Belgrave
La mujer enterró el cuerpo en el patio de una casa, el dueño le creyó que era un perro. Foto hecha con IA (grupo naci/Grupo Nación)

José Joaquín Belgrave Soto, de 71 años, era un señor amable y tranquilo, que vivía en Heredia y no tenía problemas con nadie. Junto con su esposa tenían casas de alquiler, y él era quien se encargaba de hacer los cobros a los inquilinos. Una de las viviendas que alquilaba se ubicaba a 300 metros de la suya, ubicada a 25 metros al norte del Instituto Costarricense de Electricidad (ICE) de Heredia.

El 25 de marzo del 2000, Belgrave salió a cobrar el alquiler a una joven fotógrafa de apellido Quesada, de 23 años, los dos meses que le debía, y desde ese momento no se supo más de él.

“Las horas empezaron a pasar y la familia, al ver que no regresaba, denunció la desaparición; incluso, en algún momento, hasta se pensó que se trataba de un secuestro, porque él no era una persona que anduviera involucrada en nada delictivo, era un señor mayor que solo salía de su casa para hacer las diligencias necesarias”, apuntó Mora.

El judicial afirma que el testimonio de la inquilina era clave para poder saber qué había pasado con don José Joaquín, pero en aquel momento ella no les dio información relevante. Un día después de que don José Joaquín fue visto por última vez, el 26 de marzo, un taxista de apellido Rodríguez vio a lo lejos a Quesada, quien le hacía señas de que se acercara.

Homicidio de José Joaquín Belgrave
José Joaquín Belgrave estuvo casi tres meses desaparecido. Fotos: GN (grupo naci/Grupo Nación)

El miembro de la Fuerza Roja la conocía, aparentemente, por de medio la mamá de la joven, y ya le había hecho otros viajes.

“La muchacha iba acompañada por otra persona, y el taxista relató que ella le hizo señas para que se detuviera. Lo que le pidió es que la llevara a un botadero porque se le había muerto un perro que tenía de mascota, por lo que el taxista accedió sin desconfiar”, explicó Mora.

En el camino, el olor que salía de la bolsa era insoportable, pero demasiado, al punto que el hombre le ofreció a la muchacha el patio de su casa para enterrar el perro, que era de raza pitbull.

Al parecer, el sujeto hasta la vaciló y le dijo que el “perrito” le iba a servir como abono para unas matas de chayotes que tenía sembradas en ese lugar.

A la mujer le encantó la idea y, por supuesto, que la aceptó al instante. Entonces, se fueron para la vivienda del taxista, que era una propiedad bastante grande.

“Ellos llegaron a la propiedad y el taxista, sin desconfianza con la muchacha, les enseñó el sitio y les prestó una pala para que enterraran al supuesto perro. Como, además, ese día el taxi estaba malo, él decidió dejarlos solos en la propiedad. La joven, incluso, le agradeció al señor la ayuda y, entonces, él se fue”, narró el funcionario judicial.

Homicidio de José Joaquín Belgrave
Así informaron los medios el asesinato de José Joaquín Belgrave. (grupo naci/Grupo Nación)

El viaje costaba ¢500, pero la mujer le dio el doble como agradecimiento por su amabilidad.

“Para ese momento era demasiada la angustia que había por la desaparición del señor Belgrave, por lo que se le hizo un perfil, se habló con familiares y también con vecinos. Pronto se descartó un secuestro, porque no hubo ningún contacto con la familia para pedir dinero, así que se estaba ante un caso de desaparición. Era muy triste ver a la esposa, una señora ya bastante mayor, con una angustia terrible, pues ella presentía que algo malo podía haberle pasado, ya que jamás se hubiera separado de ella; sobre todo, porque era un esposo muy pendiente”, comentó Mora.

El caso estuvo en un punto muerto y la angustia de los familiares seguía creciendo.

“La familia recibía llamadas en las que les decían que lo habían visto en uno o en otro lado. También lo buscaron por todas partes, incluida la morgue, y siempre mantuvieron la esperanza”, contó el entrevistado.

Pero un giro inesperado cambió todo; tres meses después la fotógrafa le contó lo que había ocurrido a su pareja, por lo que este no dudó en irse al Organismo de Investigación Judicial (OIJ) para confesar lo que sabía.

Homicidio de José Joaquín Belgrave
Los agentes excavaron por más de cuatro horas para dar con los restos. Foto del expediente (grupo naci/Grupo Nación)

La pareja de la fotógrafa hasta llevó a los judiciales a la vivienda del taxista, donde, efectivamente, no estaba enterrado el perrito, sino el cuerpo de don José Joaquín.

El 15 de junio del 2000, casi tres meses después, los agentes del OIJ cayeron en una vivienda en Bajo Los Molinos, en San Rafael de Heredia.

“No solo se detuvo a la muchacha, sino que también al taxista, porque en ese momento se creía que existía cierta complicidad”, afirmó el judicial.

Los investigadores tomaron el patio de aquella vivienda, y con ayuda de un back hoe y palas empezaron a excavar. El trabajo de los agentes se mantuvo en ese sitio por cuatro horas y media, hasta que, a metro y medio de profundidad, fueron encontrados los restos de don José Joaquín.

“Por la calidad del testimonio que se obtuvo, era certero que los restos encontrados eran los del señor; sin embargo, hubo que esperar a que los resultados de ADN salieran. Durante ese tiempo, un mes o un poco más, el taxista estuvo detenido, pero se determinó que él no había tenido nada que ver con el crimen, y que fue más bien víctima por querer ayudar pensando que era un animal, pero terminó afectado al pasar detenido en la cárcel de San Sebastián y viviendo una situación compleja”, recordó Mora.

Las autoridades lograron establecer lo que ocurrió el último día que don José Joaquín fue visto con vida. Según la teoría, él fue a cobrar el alquiler a la joven, pero se produjo una discusión y ella lo golpeó con un tubo en la cabeza. Luego, metió el cuerpo en un estañón y le prendió fuego; posteriormente, lo partió a la mitad para poder meterlo en dos bolsas de basura.

La autopsia reveló que el golpe en la cabeza no lo mató, sino que lo dejó inconsciente.

Homicidio de José Joaquín Belgrave
Para el taxista fue terrible darse cuenta de que en su patio había un cuerpo, él solo quiso ser amable. Foto: GN (grupo naci/Grupo Nación)

Al día siguiente, con el cuento de que era un perro, logró sacarlo de la casa y transportarlo hasta la vivienda donde le prestaron el patio para enterrarlo, pensando que era el pitbull.

Incluso, un vecino se percató de que en la casa de la mujer había un mal olor y ella le aseguró que había estado quemando unos juguetes.

La fotógrafa había sido detenida luego de ser delatada e ingresó al Buen Pastor (antigua Vilma Curling) el 10 de junio del 2000.

Después de varios intentos, logró que se le disminuyera la pena por el asesinato del casero..

El 11 de octubre del 2002, el Tribunal Penal de Heredia sentenció a la fotógrafa a 15 años de prisión por homicidio simple; sin embargo, eso desató que la mujer interpusiera varios recursos, que fueron varias veces rechazados por la Sala Tercera.

La mujer descontó la pena y ahora goza de libertad. (Alejandro Gamboa Madrigal)

No obstante, dicha instancia le aceptó una de las apelaciones y ordenó que se hiciera un juicio nuevo, por lo que los testigos, incluyendo al taxista, tuvieron que ir de nuevo a declarar.

El debate se realizó el 14 de marzo del 2006 y, en algún momento, la mujer declaró que el fallecido la acosaba, pero nunca existió una sola denuncia sobre eso.

El tribunal le dictó seis años de cárcel por el homicidio, pero salió pronto de la cárcel porque había estado en prisión preventiva casi cuatro años.

El taxista vivió una pesadilla luego de pensar que la mujer llevaba un perro. Foto con fines ilustrativos (Rafael Pacheco Granados)

“Para la familia fue un golpe que la persona fuera condenada a una pena menor que en el primer juicio. Esto hizo que estuvieran muy afectados porque el crimen había sido terrible. Es más, en algún momento, tuvieron miedo de no descubrir qué había ocurrido con la víctima, pero por suerte se logró hallar sus restos para que pudieran darle santa sepultura. Fue un proceso doloroso para ellos”, sentenció el judicial.

Silvia Coto

Silvia Coto

Periodista de sucesos y judiciales. Bachiller en Ciencias de la Comunicación Colectiva con énfasis en Periodismo. Labora en Grupo Nación desde el 2010.

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