Sucesos

Gemelitas contaban los días para ver a su papá, quien murió en la masacre de Buenos Aires

Mamá de las niñas de siete años tuvo que armarse de valor para decirles que su papá no volverá más

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Para las gemelitas Emma y Camila, el próximo fin de semana, el del 30 y 31 de octubre, era una fecha muy especial, ya que verían a su papá, Willy Borbón Muñoz, quien siempre hacía todo lo posible por darles unos días muy felices.

Las pequeñas, de siete años, contaban los días para que llegara el momento de viajar de Heredia hasta Pérez Zeledón, donde vivía su padre.

Sin embargo, esa ilusión fue apagada de golpe ya que ‘Willito’, como le decían de cariño al hombre, y cinco personas más fueron masacradas en una finca en Llano Bonito de Buenos Aires, en la zona sur del país, el domingo 18 de octubre anterior.

Cristel Santamaría, mamá de las pequeñas y exesposa de Borbón, confirmó que una de las víctimas era él al ver sus apellidos en los medios de comunicación. Ella le avisó a su excuñado y le pidió fuerzas a Dios para decirle a sus hijas que su papá no regresaría.

“El lunes (19 de octubre) recibí una llamada inusual del mejor amigo de Willy, Randy, él me dijo: ‘¿Escuchaste la noticia de la mañana?, una de las víctimas es Susan, la novia de Willito’. Le dije que no lo podía creer y él siguió diciendo: ‘Cris, pero no sabemos si él andaba ahí'.

“En ese momento sentí que se me fue el alma, entonces decidí ponerle un mensaje porque, además, mis hijas querían hablar con él desde el domingo. Los mensajes le llegaban, pero no los veía. No es usual que lo llame, pero lo hice y tampoco contestó, me extrañó que él no devolviera mensajes ni llamadas, porque por sus hijas llamaba de inmediato”, recordó Cristel.

La angustia la tenía al borde y, cuando de manera preliminar trascendió que entre las víctimas había un niño, pensó que entonces su expareja estaba a salvo. Pero luego se metió a Facebook y vio una noticia en la que decían que uno de los fallecidos era de apellidos Borbón Muñoz y que tenía 38 años, así confirmó lo peor.

“Entré en un shock, no lo podía creer, ese día estaba tan mal que le tuve que decir a mi mamá que recogiera a las niñas, porque ellas no me podían ver así, pasé toda la noche sufriendo y pensando: ‘¿Cómo le voy a decir a mis hijas que el papá ya no está?’.

“El jueves (antes de la fatalidad), él les hizo una videollamada y les dijo: ‘Yo voy por ustedes el 30 de octubre, en quince días, las voy a llevar a las piscinas, vamos a ir a la granja’, les enseñó una ropa que les había comprado para cuando ellas fueran, esa fue la última comunicación entre ellos. Las chicas venían contando los días, solo me decían: ‘Mami, ya falta un día menos. Mami, ¿cuántos días faltan para el 30?′. Esto es algo devastador”, expresó Cristel.

La noticia más difícil de dar

Esta madre se armó de valor para enfrentar y no esconderle la verdad a las inocentes.

“Ellas no son bebés para no entender, pero tampoco tienen la edad para asimilar la noticia, solo dije: ‘Dios mío, dame sabiduría’, porque les tenía que explicar que no iba a venir nunca más, sabía que esto las iba a destrozar, al final duré casi un día pensando cómo se los decía.

“El martes en la noche se los traté de explicar con el ejemplo de las plantitas (crecen, se reproducen, mueren), les dije ‘¿Quiénes son los frutos de papá? Ustedes dos. Mis amores, lamentablemente papá ya no está aquí, papá murió'. Camila me volvió a ver y me dijo: ‘Mami, no mienta así'. Yo tenía que decirles que murió, no podía mentirles diciéndoles que está durmiendo o en un mejor lugar”, expresó esta valiente madre.

Las niñas lloraron desconsoladamente y gritaban: ‘papito te amo’.

Una de las gemelas se quedó ida, hasta que la mamá le tocó el hombro para que regresara. A ambas les cuesta dormir.

“Lo más doloroso es sentir un enojo, porque le quitaron el papá a mis hijas. Willy era un buen papá, él vivía en Pérez Zeledón y nosotras en Heredia, por eso las frecuentaba cada dos meses y se las llevaba una semana y las hacía pasar el mejor tiempo del mundo, ellos disfrutaban mucho”, manifestó.

Cristel mencionó que Willy tenía un corazón muy servicial, como pareja no funcionó, pero mantenían una buena relación por las hijas.

Ella sabía sobre Susan Zúñiga Rodríguez, la novia de él que también murió en la masacre, y aunque nunca se conocieron físicamente, la recuerda como una muchacha muy buena, porque cuando las niñas regresaban a la casa, llegaban peinadas y recordando que ella les había dado regalos lindos.

“No la conocí, no sé mucho de ella, pero las veces que mis hijas fueron a Pérez Zeledón regresaban con la ropa lavada y bien peinadas, a mí eso que me dice que era una buena mujer. Para un cumpleaños vinieron contentas por unos aretes y unos abrigos lindos que ella les había regalado”, concluyó la mamá.

Los allegados de Willy aún no han podido sepultarlo porque él y el dueño de la propiedad, Stephen Sandusky, fueron quemados, entonces deben hacerles exámenes para entregar los restos a sus respectivas familias.

A los cuerpos de Susan; del matrimonio de Alina Villarevia y César Quesada, así como de Daniel, el hijo mayor de ellos, ya les dieron el último adiós.

Susan Zúñiga Rodríguez, una de las seis víctimas de la masacre en Llano Bonito de Buenos Aires. Foto tomada de Facebook.
Alejandra Morales

Alejandra Morales

Bachillerato en Periodismo en la Universidad Internacional de las Américas y licenciada en Comunicación de Mercadeo en la UAM. Con experiencia en temas de sucesos y judiciales.

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