Sucesos

Hermana de taxista asesinado se encontró a uno de los sospechosos e hizo lo menos pensado

Alexander Mejía Villalobos tenía 28 años, dos hijos y muchos sueños por cumplir cuando lo mataron en un asalto justo el día del cumpleaños del hijo mayor

EscucharEscuchar

Con un abrazo y una frase tranquila fue como una hermana del taxista informal Alexánder Mejía Villalobos perdonó, en nombre de la familia, a uno de los sospechosos de participar en su homicidio.

Este acto de perdón se dio en un supermercado de Limón y permanece fresco en la memoria de la familia Mejía, que asegura no odiar a los demás responsables del ataque mortal contra Alexánder.

Patricia Mejía, hermana de la víctima, fue la encargada de transmitir el mensaje de perdón en nombre de los suyos y aunque no recuerda mucho del sospechoso al que se lo dirigió, sí tiene claro que era un adolescente que no había sido condenado en el juicio.

Alexánder tenía 28 años y tres niños cuando fue atacado la mañana del martes 30 de abril del 2002. Justamente aquel día su hijo mayor cumplía 9 años y Alexánder había planeado que después de la jornada laboral le compraría un queque para celebrar.

“Él vivía en mi casa junto a sus tres hijos de 9, 7 y 3 años; él los llevaba adonde la abuelita materna para que se los cuidara mientras él trabajaba como taxista informal”, cuenta Patricia.

“Aquel día el hijo mayor cumplía años y recuerdo que siempre (su hermano) me daba una plata para ahorrar y antes de irse a trabajar me la pidió porque el carro le estaba fallando en la caja de cambios y también porque quería comprarle un quequito al hijo”.

Alexánder salió de la casa para empezar un día que pintaba como normal y que cerraría lleno de dolor para su familia.

“Cuando yo llegué a casa noté que él no había llegado, me pareció algo normal porque tal vez se había quedado trabajando más tiempo o estaba donde la abuelita de los niños celebrando el cumpleaños.

“Me acosté a dormir y como a las once de la noche sonó el teléfono de la casa, pensé que era mi hermano llamándome para entrar, incluso corrí y me asomé por la ventana, pero él no estaba afuera”, detalla Patricia.

La llamada provenía del Organismo de Investigación Judicial (OIJ) y contenía muy malas noticias.

“Era para decirme que habían encontrado el carro de mi hermano en Siquirres con unos tipos adentro y que no tenían información de él”, recuerda.

Aquel informe alteró por completo la noche de la familia. ¿Dónde podría estar Alexánder?, ¿qué podría haberle pasado?, ¿cómo era que su carro lo tenían cinco desconocidos?

En malos pasos

El carro de Alexánder --un Hyundai elantra-- estaba cerca de un supermercado en La Perla de Siquirres; dentro del auto había cinco hombres y una pulpera que los vio muy sospechosos llamó a la Policía.

Era difícil que los sujetos pasaran inadvertidos porque andaban pasamontañas y pantys puestos en la cabeza (para deformar los rasgos de la cara); cuando los agentes policiales llegaron los hombres salieron a alta velocidad y se metieron a una calle sin saber que no tenía salida y que llevaba al río Cimarrones. Allí quedaron acorralados.

Al revisar el carro, los policías encontraron una escopeta, pero como los sospechosos no habían atacado los iban a dejar libres, pero antes fueron pasados a las autoridades judiciales.

Del lado de la familia de Alexánder mientras tanto todo era preocupación porque aún no sabían nada del taxista.

“Ahí comenzó el calvario, primero no lo encontrábamos, sabíamos solo de los tipos, los pasaron a la Fiscalía de Siquirres y solo uno de ellos era mayor de edad, les dijeron que los iban a dejar detenidos por tener armas y pasamontañas”, explica Patricia.

Viendo que aquello no pintaba bien, el hombre mayor de edad decidió hablar e hizo un trato: diría qué había pasado con el taxista informal a cambio de no ser condenado, aseguró la hermana de Alexánder. Y le aceptaron la propuesta.

“Les dijo que habían asaltado y matado al muchacho del carro, que lo dejaron abandonado en una playa de Moín y que allá estaba”, explica Patricia.

Los policías fueron al sitio y confirmaron la lamentable noticia.

Alexander estaba sin vida en un matorral a 30 metros del camino en la carretera de Moín.

Le habían disparado con una escopeta al lado derecho del cuerpo, en el área de las costillas.

Se esforzaba por hijos

Entre las 3 a.m. y las 4 a.m. del día siguiente a la familia del taxista le confirmaron que había siso asesinado.

Además del carro, a Alexánder le quitaron la plata que andaba y con la cual pretendía comprarle el queque a su hijo que cumplía años.

El móvil parecía ser el asalto y asaltar era también lo que pensaban hacer los cinco hombres en el súper de Siquirres si la pulpera que los vio no llama a la Policía.

“Él tenía apenas un año de haberse convertido en taxista, antes trabajaba como guarda, pero lo habían despedido. Se esforzaba por sus hijos, logró comprar el carro por una herencia que le dio mi papá en vida, comenzó a trabajar como taxista pese a los peligros a los que se exponía”, recordó la hermana.

Doloroso hallazgo

Patricia señaló que de los cinco hombres a los que encontraron en el carro de su hermano solo condenaron a dos a 15 años y a 3 años de cárcel; dos más salieron libres, entre los que estaba al que Patricia le dio el perdón luego.

“Nosotros llegamos al juicio y vimos que (el que cantó todo) solamente pasó delante de nosotros y se fue, a él no le hicieron nada pese a que era mayor de edad”, afirma.

Patricia dice que pese al dolor, decidieron perdonar para no vivir con ningún tipo de angustia.

“El (sospechoso al que perdonó la familia) salió inocente, dijo que a él lo recogieron cuando ya llevaban el carro, alegó que estaba en una gasolinera cuando preguntó por el dueño del carro y le dijeron ‘lo matamos’ y entonces supuestamente quiso irse, pero le dijeron que si se iba lo mataban también. Esa fue la versión que dio y la que el juez le creyó”.

Cuenta Patricia que la mamá de ese hombre llegaba a un supermercado en el que ella trabajaba.

“La reconocí por haber estado en el juicio y un día le dije a ella que reconocía al hijo, luego me lo trajo y yo le dije a él: ‘¿usted no se acuerda de mí?’ y me decía que no.

“Le pregunté si se acordaba del muchacho que mataron en Moín, empezó a temblar y cuando pudo decirme un palabra me dijo ‘usted me debe de odiar, ¿verdad?’ y yo le dije: ‘no, porque mi mamá dijo que hay que vivir con paz”.

Con aquellas palabras y un abrazo, la familia también honró la memoria de Alexánder, que era un hombre de bien.

Luego de la muerte de Alexander la familia volvió a pasar por el dolor porque falleció una hermana de Patricia por un derrame cerebral.

Patricia asegura que han sido años difíciles y que solo Dios les ha dado fuerzas para continuar.

“Alexánder era el menor de los hermanos, el chineado de mi mamá, a ella solo Dios le ha dado la fortaleza para seguir, porque luego murió mi otra hermana, que era la que más la cuidaba”.

Muy trabajadores

“A los hijos (de Alexánder) les decimos que el papá luchó y se desvivía por ellos”, dice Patricia.

“Con la muerte de mi hermano aprendí que uno tiene que preocuparse, pero no morirse o cegarse por un trabajo.

“A mi hermano lo mataron e igual los niños salieron adelante y son muchachos de bien, pero si hubiese agarrado las cosas con más calma y buscaba otra alternativa no se hubiera expuesto porque él no estaba acostumbrado a la calle y la taxiada y la pirateada son muy peligrosas”.

Alejandra Morales

Alejandra Morales

Bachillerato en Periodismo en la Universidad Internacional de las Américas y licenciada en Comunicación de Mercadeo en la UAM. Con experiencia en temas de sucesos y judiciales.

En beneficio de la transparencia y para evitar distorsiones del debate público por medios informáticos o aprovechando el anonimato, la sección de comentarios está reservada para nuestros suscriptores para comentar sobre el contenido de los artículos, no sobre los autores. El nombre completo y número de cédula del suscriptor aparecerá automáticamente con el comentario.