Para dos maleantes y los doctores del Hospital Calderón Guardia la vida de Kenneth Delgado Fernández tuvo que terminar la noche del viernes 1 de abril del 2016.
El joven resultó ser más fuerte que el pronóstico que le daban y actualmente se prepara para recibir a su retoño, quien tiene dos meses de gestación en la pancita de su esposa Gabriela López.
Ese día, al muchacho de 24 años, le pegaron once balazos, luego de que dos pistoleros lo confundieron con un narcotraficante por la suéter que andaba puesta.
Desde entonces las 11 balas y una platina se convirtieron en sus eternos compañeros.
El ataque ocurrió dentro de una pulpería del barrio Los Ángeles de Concepción de La Unión, frente a don William Roberto Delgado, papá de Kenneth.
Koko como le conocen algunos, recuerda aquel espantoso día como el momento en el que volvió a nacer para dar vida a otro ser.
"Siempre he vivido con plenitud, pero ahora disfruto más cada segundo y la nueva aventura de casarme y tener en camino la bendición de ser papá", explicó con alegría.
Kenneth recuerda que fue llevado al hospital Calderón Guardia, donde estuvo internado dos meses, le tuvieron que hacer una cirugía y le colocaron una platina con once pines y un tornillo.
Además, le han realizado tres lavados quirúrgicos porque las heridas se le infeccionaron.
"Los doctores dijeron que era mejor dejarme las balas adentro del cuerpo, pues si las tocaban podrían provocar una hemorragía interna, incluso uno de los tiros me quedó a dos centímetros de la columna vertebral y si la tocan podría quedar inválido", detalló.
Después de la agresión tiene problemas para caminar, ya que el hueso no le ha soldado bien.
"Me quedó como una pierna de palo, todavía no la puedo doblar como antes y aún tengo una infección, pero aquí vamos poco a poco recuperándonos", contó.
A pesar de todo esto, Kenneth no se detiene y ahora también está concentrado en su proyecto de sublimación y serigrafía con el que desea formar como una empresa familiar.
Suéter trajo calvario
Este joven recuerda que todo empezó por culpa de un suéter color blanco que había comprado el mismo día del ataque.
Cuenta que se lo puso porque debía ir hacer una mandado a Calle Blancos, Goicoechea, pero antes de irse fue a comprar un empanizador en la pulpería del barrio para la mamá.
"Cuando llegué al negocio vi que una moto entró a la calle sin salida en la que vivíamos, los dos muchachos que iban se quedaron viendo el negocio, pero no les di importancia. Compré y me quedé hablando con el pulpero, en eso vi que mi papá regresaba del trabajo y le dije que me esperara", recordó.
El papá quedó al frente del negocio esperando por su hijo, pero en ese momento ocurrió lo inesperado.
"Mi papá dice que vio a los hombres con una pistola y pensó que iban asaltar el negocio, pero no le dio tiempo de decirme que me protegiera", mencionó.
Pero no se trataba de un asalto, las balas fueron directas contra Kenneth.
"Me mandaron dos balazos en el estómago y yo quedé de pie, cuando me iban a mandar el tercer tiro mi papá se le fue encima al sujeto y este lo apuntó, pero gracias a Dios en ese momento se le encasquilló la pistola".
"Al ver esa acción, me moví y seguro el hombre creyó que andaba armado y que le iba a responder, entonces me volvió a disparar en las piernas y espalda", expresó.
Los hombres se fueron del lugar mientras una ambulancia llegó por Kenneth y se lo llevó de inmediato al hospital.
Koko dice que las autoridades fueron los que le comentaron que a él lo confundieron con un supuesto narco de la zona que frecuentaba usar un suéter blanco.
Afirma que los pistoleros los detuvieron y actualmente están presos por tentativa de homicidio, pero que él no les guarda ningún tipo de rencor.