Le recetan 4 años de cárcel al estafador de la cédula

Alteraba documento de identidad para sacar créditos en almacenes a nombre de otras personas.

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Jugar de astuto le terminó costando muy caro a un hombre de apellidos Barquero Azofeifa, de 65 años, pues fue condenado a 4 años de cárcel por alterar cédulas del Tribunal Supremo de Elecciones (TSE) para cometer estafas en varios negocios, por un monto de ¢2 millones.

El mañoso cayó en manos de ley el 8 de setiembre del 2017, cuando intentaba comprar unos chuzos de aros y llantas, valorados en más de ¢300 mil, utilizando una cédula que había alterado para colocarle la identidad de otra persona.

Luego de su detención la Fiscalía de Desamparados acusó al hombre por varios delitos de uso de documento falso y estafa en menor grado de tentativa.

Al ver que no podía estar más embarrado en la bronca, Barquero decidió ahorrarle el trabajo a las autoridades y aceptar todos los cargos que se le achacaban.

“La Fiscalía Adjunta de Fraudes informó que, el 7 de junio anterior, el Juzgado Penal del I Circuito Judicial de San José impuso la pena de cuatro años y tres meses de prisión en la audiencia preliminar, donde Barquero Azofeifa aceptó los cargos acusados por el Ministerio Público y se acogió a un procedimiento especial abreviado. De esa manera, se eliminó la etapa de juicio y el imputado fue sentenciado de inmediato”, confirmó la Fiscalía vía correo electrónico.

Vivazo

Para cometer las estafas Barquero se convirtió en un cliente frecuente del Tribunal Supremo de Elecciones, donde llegaba cada cierto tiempo con un cuentazo distinto para que le dieran una nueva cédula.

Una vez con cédula en mano le quitaba la capa plástica para luego imprimir los datos de otra persona, de la cual ya había buscado la información previamente para convertirla en su víctima.

Barquero luego iba a la Caja del Seguro para solicitar las órdenes patronales de la persona por la que se hacía pasar, luego de esto iba a varias tiendas y comercios para comprar productos, principalmente de línea blanca, a nombre de esta persona por medio de planes de crédito.

Con los productos en su poder Barquero desaparecía dejando el perro amarrado y era en ese momento que la víctima se daba cuenta de que había sido usada su identidad para una estafa, ya que los comercios le mandaban los cobros del crédito.