Manuel Montero Matamoros, de 52 años, es quizás la primera persona sin una pierna que ha subido la parte más alta de Costa Rica: el cerro Chirripó.
Desde que tenía 18 años soñaba con llegar a la cima de Tiquicia, pero un accidente laboral le truncó el sueño durante 34 años.
Sin embargo, junto con su esposa, Ana Patricia Matamoros, y un grupo de amigos senderistas de Pérez Zeledón cumplió su sueño en la reciente Navidad.
Soportó frío, calambres, el cansancio en su pierna izquierda y en ambos brazos con los que movía las muletas.
Lloró durante muchas partes del camino al pensar que era imposible y también al llegar a la cúspide y hacer realidad su meta; por su mente muchas veces pasaron los recuerdos cuando era un muchacho y escuchaba, junto a su papá, por la radio las carreras que hacían en el cerro Chirripó.
Siendo joven tenía clarito que algún día treparía la montaña tica más alta, pero el perder la pierna derecha pensó que sería imposible.
Pérdida y aceptación
“Cuando tenía 18 años trabajaba para una empresa exportadora de piña, en la zona sur, con un chapulín trabajaba recolectando hijos de piña, nos daban un overol y el mío estaba descosido en la parte de abajo, la tela fue jalada por una varilla que había en el chapulín y me destruyó la pierna derecha”, recordó Montero.
Asegura que en ese momento tuvo muchas preguntas y vivió un duelo, no obstante logró aceptarlo al ver que no era el final de la vida, sino un cambio que debía afrontar.
“En un principio tuve muchas preguntas, pero luego me dije, ‘esto pasó porque Dios lo quiso y hay que seguir luchando’. Lo acepté muy rápido y esto me sirvió para recuperarme sicológicamente”, recordó.
“Mi familia y yo vivíamos muy largo, entonces completar el colegio fue difícil, después del accidente retomé los estudios, llegué hasta noveno, también fui al INA, estudié Electrónica, tuve un taller durante muchos años en el que arreglaba televisores y lavadoras, pero luego lo quité al salir nueva tecnología”, agregó.
Manuel también encontró el amor, se casó y tuvo hijas.
Incluso, el matrimonio ahora tiene un taller de confecciones de ropa con el que salen adelante.
Aniversario a la altura
En diciembre del 2021, los esposos cumplieron 28 años de casados y parte de la celebración fue subir al Chirripó.
“Siempre le decía a las personas que luego de mi accidente se me quedaron dos cosas sin hacer, ir al Chirripó y a hacer la romería.
“Mi esposa sí había ido cinco veces al Chirripó, entonces nos sentábamos en la mesa y yo le preguntaba que cómo era allá arriba, quería por lo menos imaginármelo, ya que yo pensaba que por mi situación no iba a poder ir”, expresó.
El primer impulso se lo dieron hace dos años, Manuel forma parte de un equipo de fútbol para amputados y fue a una caminata que organizaron para recoger fondos.
“Los senderistas de Pérez Zeledón buscaron un lugar y en la directiva decidieron que yo fuera a reconocer el terreno para la caminata con el fin de que los del equipo también pudiéramos participar de la actividad, bajamos por una catarata, pasamos unos potreros y bajar se me hizo fácil, uno de los senderistas dijo, ‘pero Manuelillo, usted puede ir al Chirripó'.
“En ese momento no le dije nada, pero esas palabras me sonaban porque era algo que siempre había querido, me vine para la casa y como a dos días llamé al muchacho, él se llama Mauricio, le dije que si era en serio que podía ir al Chirripó, él me volvió a decir que sí y me preguntó ‘¿usted se anima?’, le dije que sí y esa conversación fue terminando el 2020 e iniciando el 2021, desde ese momento comencé a entrenar”, recordó.
Asegura que no fue fácil, desde el entrenamiento físico hasta lo económico para pagar los paquetes complicaron el asunto antes de empezar a subir.
“Entrené varios días con caminatas de veinte kilómetros en montaña, éramos un grupo grande de doce personas y encontramos campo el 25 de diciembre anterior, desde el kilómetro cero iba con la certeza de llegar a la meta, pero sí hubo un momento de flaqueza entre el kilómetro cinco y seis cuando me arratoné y fue duro, pensé que hasta ahí llegaba porque íbamos en una cuesta dura, me quería volver el dolor, pero me hice el maje y se me fue quitando”, mencionó.
Durante el trayecto cantaba canciones cristianas para reanimarse, sobre todo en la cuesta de Los arrepentidos.
“Lloré cuando llegué a base Crestones el primer día, luego cuando llegué a la cumbre que fue muy emocionante y luego al regreso cuando ya estaba en el kilómetro cero porque esto no terminaba hasta volver al principio”, dijo.
El día estuvo nublado, pero aún así disfrutó, no descarta volver a subir para ver el paisaje despejado; sin embargo él piensa que necesita de la colaboración de personas que lo cuiden como lo hicieron los senderistas y además volver ahorrar.
“Me dijeron que hubo una persona también con una discapacidad que subió, pero no sé cuál discapacidad y tampoco hay fotos, creo que soy el primero en subir en esta condición”, aseguró orgulloso el valiente hombre.