Francinny Palma dice que ella y sus familiares sintieron un gran temor cuando los médicos les dijeron que su hijo Santiago podía perder la pierna derecha debido a la mordida de una terciopelo.
Los seres queridos del menorcito, de ocho años, vivieron días de angustia a la espera de que el pequeño valiente reaccionara bien al tratamiento y por dicha todo salió bien.
“Fue muy duro saber que mi hijo estaba grave. Yo tengo otro chiquito de nueve y tuve que quedarme cuidándolo en la casa (en Turrialba) mientras mi esposo se fue para San José para estar cerca de Santi, quien estaba internado en el hospital de Niños.
“Sentimos temor de que Santi llegara a perder la pierna porque los médicos nos llegaron a decir que si la operación que le iban a hacer para limpiar el veneno no funcionaba, era muy probable que tuvieran que amputar”, recordó la mujer.
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Santiago fue mordido por la serpiente el lunes 30 de diciembre; sin embargo, empezó a recibir el tratamiento adecuado para combatir el veneno hasta el jueves 2 de enero, ya que ni los familiares ni el propio chiquito se dieron cuenta de que había sufrido una mordedura. Por eso hasta la cuarta visita al hospital le dieron el tratamiento correcto.
Cuando la terciopelo atacó, él estaba jugando bola con unos amigos y se metió a una zanja donde se golpeó y se raspó el pie, ahí fue cuando la culebra lo mordió.
“Fueron días de mucha tensión, pero cuando Santi empezó a mejorar nos empezó a volver la paz. Sé que muchas personas estuvieron orando por él y eso nos hizo el milagro de que él se salvara”, expresó Francinny.
Ya está en casa
El martes de la semana pasada, el niño fue dado de alta y regresó a su casa, donde lo están chineando un montón.
“Él mueve la pierna con normalidad y camina de lo más bien, ya un día de estos me dijo que quería correr, pero yo le dije que tiene que tener paciencia porque a él le hicieron una cirugía que está reciente.
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“Nos llevamos un susto porque en el hospital estuvo con una dieta blanda y nos estuvo diciendo que quería pizza, entonces el jueves pasado lo llevamos a quitarse el antojo, pero la comida le causó una reacción alérgica y tuvimos que llevarlo al hospital de Turrialba.
“Yo entré como en desesperación al saber que teníamos que llevarlo de nuevo al hospital, después todo lo que habíamos vivido, pero por dicha no fue nada grave, nada más nos recomendaron darle comida liviana, sin grasa y sin muchos condimentos”, relató.
Francinny asegura que, pese al difícil pronóstico que tenía su hijo, ella nunca perdió la esperanza de que Dios se lo sanara.
“Cuando veo a mi chiquito tan bien le doy gracias a Dios. Todavía, cuando me acuerdo de lo que pasó, me duele y me preocupo, pero sé que con el tiempo esto va a ser solo el recuerdo de una mala experiencia, tenemos que seguir adelante”, aseguró.
Los papás de Santi ya han estado en conversaciones con la maestra de él para saber si iniciará el curso lectivo con normalidad o si pasará unos días más en casa, pero eso no está definido.
Por lo pronto el valiente está aprovechando al máximo el tiempo libre para jugar y compartir con su familia y así reponer el tiempo que estuvo hospitalizado.