Lilly Calderón Vargas, la mujer que fue apuñalada por tres maleantes mientras andaba buscando un bretecito, sigue pulseándola para encontrar un trabajo con el que pueda sacar adelante a sus papás, quienes son adultos mayores.
Calderón, de 47 años, admitió que todavía siente mucho miedo al salir de su casa, en barrio El Carmen de Coronado, en San José, pero se llena de valor por sus padres, don Mario, de 82 años y doña Betzabet, de 65.
“No puedo echarme para atrás, sobre todo por mis papás, porque ellos ya están muy viejitos. Mi papá tiene 82 años y mi mamá 65, y yo soy la que vela por ellos, entonces tengo que echar para adelante, pase lo que pase”, dijo.
“Me costó mucho volver a salir de mi casa, por la puñalada y todo, mentalmente me costó mucho superar eso”, Lilly Calderón.
El ataque por poco le cuesta la vida a Lilly ocurrió el miércoles 8 de setiembre del año pasado afuera de la carnicería La Unión en Goicoechea, a escasos 100 metros de la iglesia católica de Guadalupe.
Ella llegó hasta ese lugar en bicicleta luego de andar por Pavas en busca de algún trabajito en una fábrica. También había aprovechado para comprar materiales para las camas para perros y alforjas que ella hace.
Afuera del local, Calderón fue atacada por tres hombres que, al parecer, querían asaltarla y uno de ellos de forma cobarde le dio una puñalada por la espalda, que terminó atravesándole el pulmón izquierdo.
Por este hecho las autoridades detuvieron a tres sujetos apellidados Valverde Torres, Rojas Retana y Díaz Alfaro, quienes fueron dejados en libertad y con medidas cautelares un día después del ataque.
Difícil situación
Afortunadamente, Lilly logró reponerse del ataque en poco tiempo, pues una semana después le dieron de alta del hospital; sin embargo, aún carga con algunas secuelas que en un inicio le complicaron el trabajo de hacer camas para perros.
“Tan bien no quede, me cuesta un poco mover la mano izquierda, a veces me agarran calambres y me cuesta mover todo el brazo.
“He tenido que buscar formas para salir adelante porque yo antes vivía más cómoda haciendo camitas, pero ya nadie me ha vuelto a comprar nada, ha sido muy duro”, contó.
Desde que salió del hospital no ha parado de buscar un trabajito; sin embargo, hasta el momento nadie le ha dado una oportunidad, pero ella no está dispuesta a tirar la toalla.
“Todavía no he encontrado un trabajito, ahí ando haciendo cosas como costuras, camitas para perros, alforjas y otros trabajos. Ahorita un señor que me conoce me dio un trabajito de tres o cuatro días para que le haga una instalación eléctrica en un segundo piso.
“Cualquier trabajo, por más honrado que sea, es bienvenido, yo intento hacer de todo. Imagínese que yo hago trabajos de soldadura, de instalación eléctrica, remodelaciones y cosas así”, contó.
Si usted desea ayudar a Lilly con un trabajito puede contactarla al teléfono 6014-3020.
No pasa por ese lugar
Calderón contó que ella ha buscado trabajo por todos lados, pero evita pasar por el lugar donde ocurrió el ataque, pues esa zona le trae amargos recuerdos.
“En bicicleta ya no ando mucho, ahora es muy poco lo que salgo en bici por lo que me pasó, entonces he estado cambiando, unos días viajó en bicicleta y otros en bus.
“No he vuelto a pasar por ahí y nunca más quiero hacerlo. Evito pasar por ahí, prefiero dar la vuelta por otros lados para no pasar ni siquiera cerca de la iglesia de Guadalupe”, detalló.
En cuanto al caso, dijo que desde el año pasado no ha sido contactada por el OIJ ni por la Fiscalía, por lo que desconoce qué ha pasado desde entonces, situación que la tiene consternada.
“Yo fui una vez a la Ciudad Judicial (en San Joaquín de Flores) a que me revisaran, después fui al Segundo Circuito Judicial de San José y luego de eso no supe nada más, lo último que supe es que andan en las calles de nuevo, gracias a Dios no me los he vuelto a topar”.
Por su parte, el Ministerio Público informó que la causa continúa bajo investigación.