Sucesos

Presa por intento de homicidio: “El cáncer es un castigo más de los tantos que tengo que pagar”

Rocío Agüero es sobreviviente de cáncer de mama y lleva 33 años en el Buen Pastor

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Rocío Agüero está presa en la cárcel Vilma Curling (Buen Pastor) por tentativa de homicidio, ella asegura que el cáncer es un de castigo más de los que le ha tocado vivir.

Está mujer, de 46 años, es sobreviviente de cáncer de mama y tuvo que pasar por todo el proceso encarcelada.

Según nos contó, ha estado presa desde que tenía 13 años por delitos como homicidio (la primera vez que fue condenada fue por envenenar a un hombre) y tentativa de homicidio, ella guarda silencio al referirse a los casos, pero lo más que ha estado afuera del tabo en todos esos años es un mes, pues vuelve a caer.

Incluso, aunque nos contó que ella reconoció que asesinó a Justo Mendoza Cordoncillo el 9 de diciembre del 2003 en Aguas Zarcas de San Carlos, cuando, según dijo, en una fiesta él trató de abusarla y ella lo apuñaló y le pegó con un tubo, pero en el juicio la absolvieron porque aseguró que sufre de esquizofrenia y que solo se defendió.

“Me diagnosticaron cáncer hace 12 años. Yo estando presa trabajaba con máquinas de engomar y sentía una molestia, me salía líquido del pezón, pero me di cuenta cuando en una requisa una de las oficiales me vio como una pelota rara y sospechosa que yo tenía y pensando que era algo ilegal me la apretó y fue tal el dolor que me tuvieron que llevar al área médica y de inmediato me mandaron al hospital”, dijo la mujer, quien en la calle es conocida como la Cobra.

El cáncer que tenía, según la biopsia, era maligno y la operación era urgente.

“Yo pensaba, ‘cómo voy a hacer porque mi mamá estaba lejos en San Carlos’. Ella es mi mamá de crianza porque la biológica me envolvió en periódico y me regaló, Graciela se convirtió en mi mamá”, dijo.

El 20 de diciembre en La Carit le quitaron un seno completo y la cuarta parte de otro.

Huele a cáncer

“Tuve que afrontar todo sola, aunque algunos oficiales, las “seños” y una maestra de aquí, Rocío, me ayudaban, la paca ha sido mi familia”, relató.

Agüero aseguró que cuando regresó al tabo fue un infierno, pues las otras reas pensaban que el cáncer se pegaba y la molestaban, por lo que tuvo que dormir por un largo tiempo en el consultorio médico del Buenpa.

“Si yo usaba el baño nadie se bañaba. Si ponía la ropa en la pila nadie la usaba y si la tendía tampoco porque decían que el alambre olía a cáncer.

"A mí lo que no me mató me hizo más fuerte, me dieron tres meses de vida y aquí estoy”, dijo mientras se limpiaba las lágrimas y evitaba llorar.

“Me decían que estaba robando oxígeno, había días que con todo eso que me decían y yo con dolores horribles sólo pensaba que me quería morir, me hice inmune a la morfina”.

Rocío asegura que el cáncer no la afectó tanto como la depresión, pues a veces por la quimioterapia quería algo de comer y no tenía a quién pedírselo.

Aunque reconoce que la directora de la cárcel de ese momento le ayudaba con frutas y artículos de limpieza.

“En la Carit recibiendo tratamiento éramos 22 y todas patearon el balde (fallecieron) y sólo yo quedo, me dieron tres meses de vida y aquí estoy”, comentó.

La mujer, quien es madre de dos hijos, asegura que uno de los golpes más rudos para ella fue perder su pelo.

“Cuando empecé con la quimioterapia se me empezó a caer, yo tenía una melena colocha a media espalda, eso para mí fue un golpazo su durísimo. Me empezó a crecer y me hice el corte moja (pelo al centro y pelón a los lados), pero me crecía el pelo como un trol para arriba, así que decidí raparme”.

Aseguró que el pelo que se cortó se lo regaló a su mamá.

Ella decidió tatuarse la cabeza completa para ya nunca más dejar su pelo crecer. Una de exnovia que tuvo en prisión fue la que en un día completo la tatuó.

Además de su pelo perdió uñas y dientes.

“Yo siempre he sido agresora, me enojo fácil y cuando me sentí un poco mejor le pegué a todas las privadas que me humillaron estando enferma, a las que me decían jupa de bolincha, vacamuca, aquí cuesta que respeten una enferma", recordó.

A Rocío hace cuatro años un reconocido cirujano le regaló la reconstrucción de sus senos, pero se le infeccionaron y se los tuvieron que quitar.

“Yo padezco de diabetes y presión alta, ahorita me encontraron un quiste en un ovario y estoy yendo a citas porque pasó todo el mes con sangrado, me tienen que hacer exámenes para ver si hay algo más”, dijo.

Agüero nos contó que ella está una celda individual en el ámbito B3 y que nunca apaga la luz.

Decidió morir

El año pasado su mamá murió, pero en la cárcel la llevaron un día antes de que falleciera a San Carlos para que se despidiera.

“Mi mamá ya no recordaba nada, estaba muy mayor, yo la llamaba y le decía, 'mami, soy Rocío y ella me decía, ‘a Rocío me la mataron’”, dijo mientras se limpia las lágrimas.

Está privada de libertad asegura que la muerte de la mamá, el mismo tema del cáncer y otras broncas la hicieron tomar una trágica decisión.

“En Navidad del 2018 decidí que no quería vivir más, me corté varias veces, apagué la luz y me colgué en la celda. Mis compañeras al ver que apagué la luz empezaron a gritar y las oficiales me encontraron, me hicieron maniobras de resucitación y estuve con muerte neurológica, pero aquí estoy”, dijo.

Rocío asegura que todavía le falta mucho para salir, pero además confiesa que no está lista.

“Por lo del cáncer yo no puedo hacer fuerza, tengo la hoja de delincuencia manchada, no tengo una familia que me reciba, me toca salir a robar, yo soy de las que asalto sola y en la noche y soy buena para el fierro, han sido demasiadas las tortas, entonces mejor seguir aquí”, dijo.

Incluso, asegura que antes algunas reas le pagaban para que fuera a cortar con hojas de afeitar a otras reclusas.

“Ya no lo hago, ya me cansé de eso, eso sí, no me dejo de nadie, ahora hago rifas y con eso me ayudo”, comentó la mujer, quien sabe leer y escribir porque dos oficiales la enseñaron con un libro de Paco y Lola.

Una gata llamada Piliminu es su compañía.

“Me la regaló un oficial cuando yo estaba con el cáncer para que me acompañara, estaba recién nacida y ya me ha hecho abuela, pero siempre se mueren los bebés, ella duerme conmigo y no come ratas”, dijo.

Rocío asegura que en la cárcel y con la enfermedad ha pagado por sus actos, aunque asegura también ser víctima de una terrible infancia, de violaciones que la convirtieron en lo que es.

“Yo creo que este es el infierno, la tierra, y que todo se paga aquí, he dejado muchos hijos sin papá y muchas madres sufriendo, estoy pagando algo de lo mucho que he hecho”.

Esta mujer no sale nunca de su celda, ni para asolearse, solo si es para una cita médica, pasa viendo tele, pero ahorita lleva mucho tiempo sin hacerlo, pues necesita un convertidor, lo consiguió y venía malo, por lo que el asunto le crea mucha ansiedad, sobre todo cuando sabe que juega su glorioso Saprissa.

Silvia Coto

Silvia Coto

Periodista de sucesos y judiciales. Bachiller en Ciencias de la Comunicación Colectiva con énfasis en Periodismo. Labora en Grupo Nación desde el 2010.

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