José Alberto Mata Torres, de la sección de asaltos del Organismo de Investigación Judicial (OIJ) de San José, aseguró este miércoles 12 de enero que en San José los asaltos han disminuido en los últimos tres años.
Mientras que en el 2019 se dieron 8.041 casos; en el 2020 se registraron 4.260 y el 2021 cerró con 3.600 denuncias. En lo que va de este año se contabilizan 117 casos (corte al 12 de enero) y esperan que el mes cierre con 300.
Sin embargo, Mata asegura que lo ideal es que sigan bajando los asaltos y por eso las investigaciones no cesan. Además reconoce que algunos repuntes que se han dado son en el centro de Chepe, Pavas, Alajuelita y Desamparados, sobre todo entre las 5 de la tarde y las 9 de la noche.
El experto asegura que obviamente esta baja tiene mucho que ver con el inició de la pandemia y las medidas implementadas.
Para que la población no deje de estar pellizcada, el oficial asegura que los asaltos que más se están dando son en el centro de Chepe mediante el uso de cuchilla, pistola, candado chino o cadenazo.
Además, los asaltos a locales comerciales y robos a contenedores se caracterizan porque los sospechosos actúan con mucha violencia.
“Los asaltos a choferes de plataforma son muy comunes, ya que piden (delincuentes) el viaje y cuando el conductor llega lo asaltan”, dijo Mata.
Otros que son un dolor de jupa son los quiebraventanas que siguen actuando en Hatillos 6 y 8. Ellos se aprovechan de la cantidad de presas que se hacen mientras la luz del semáforo cambia.
Los celus siguen siendo los artículos favoritos de los asaltantes.
Mata aseguró que es importante que la gente no deje de denunciar porque eso les permite hacer comparaciones entre varios casos que puedas estar relacionados a una banda o a un mismo sospechoso.
El investigador incluso comentó que en diciembre del año pasado lograron detener a una persona que estaba sembrando miedo en La Sabana y que en su mayoría asaltaba a menores de edad por medio de la intimidación.
Mata aseguró que lo vincularon con al menos siete causas contra estudiantes de colegios cercanos y a los que que les decía que estaba armado.
“Algunos afectados decían que se metía algo en la cintura y que incluso parecía que andaba algo negro, y también los intimidaba al decirles que otras personas que estaban cerca lo acompañaban y que si la víctima hacía algo iban a intervenir”, dijo el investigador.
El sospechoso les quitaban a los menores celulares, objetos de valor, dinero, e incluso en los primeros casos los llevó obligados a comprar con tarjetas.
El hombre no tenía hora fija para atacar.
