Sucesos

OPINIÓN: Call center La Reforma, una indignante llamada para el Ministerio de Justicia

Los estafadores salen de la cárcel y se “reinsertan en la sociedad” con casa, carro, fincas y ganado.

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Indignación, cólera, frustración. La gama de sentimientos es amplia al conocer la fiesta de estafas que montó una banda, desde La Reforma, al punto de darse el lujo de comprar un taxi para que sus socios no tuvieran problemas para movilizarse, a cualquier hora y día, para hacer sus ilegales negocios durante la restricción vehicular sanitaria.

Al grupo, que se apropió de más de ¢500 millones, le cayó el OIJ la mañana de este miércoles. Cuántas víctimas se habrían evitado si el Ministerio de Justicia no nos estuviera dando atolillo desde abril cuando, supuestamente, ningún celular podía funcionar en ninguna cárcel del país gracias al bloqueo de señales.

Casi siete meses después en los que tuvieron el asunto calladito, la ministra Fiorella Salazar reapareció en octubre para anunciar que, al fin, el bloqueo será una realidad pero de a poquitos.

Y supuestamente el bloqueo ya comenzó, pero por razones de seguridad el Ministerio no dijo en cuáles centros penales y por supuesto que en la cárcel más importante, La Reforma, en la que debieron haber empezado, las señales siguen por la libre.

No descarto que los expertos contratados por el Ministerio de Justicia sigan dando palos de ciego porque no han encontrado como bloquear las señales de esa cárcel sin afectar las señales de las casas cercanas. Pero bueno, ese es el urgente reto, porque ya es demasiada la alcahuetería hacia estos mafiosos que convierten las celdas en call center con el fin de que al “reinsertarse en la sociedad”, como hablan los técnicos, tener fincas con ganado para vivir a cuerpo de rey con la plata robada mientras pagaban las penas.

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