No me ayudes compadre. Pocas horas después de la conferencia de prensa del sábado pasado, en la que el presidente Carlos Alvarado y las autoridades de salud hicieron un llamado, o más bien una súplica, a todo el país para que nos cuidemos ante el virulento embate del covid-19, la Fuerza Pública no pudo impedir un matrimonio con al menos 350 personas, en Fraijanes de Alajuela.
Nueve horas permanecieron los oficiales esperando la orden de un juez para intervernir y esta nunca llegó. Casi se hacen de piedra los policías y no sé cuántos lugares dejaron de atender por estar varados esperando que el señor de apellido Barletta les diera el visto bueno que nunca llegó.
El juez se escuda en que no podía emitir la orden porque no tenía la potestad, la Fuerza Pública argumenta que existe un acuerdo para que los fines de semana, cuando en los juzgados hay menos personal, el juez de turno o guardia los ayude.
No me quiero meter en esa bronca burocrática, lo que no se puede pasar por alto es que en momentos en que estamos hasta el cuello de coronavirus, prácticamente sin camas en los hospitales para los pacientes graves y con cifras históricas de contagiados, los ministerios de Justicia, Salud y Seguridad deben estar mejor coordinados que nunca para establecer mecanismos de intervención rápidos y eficaces donde se busca la protección de la mayoría.
Aquí hay un hecho, es prioritario atacar al covid, controlar a los irresponsables, sean del nivel económico que sea, porque las fiestas, los desmadres, el irrespeto a las órdenes sanitarias se da por igual entre pobres y ricos. Hasta democrático nos resultó el virus porque a todos contagia y mata por igual.