La Teja publicó este jueves una entrevista con el trailero José Sánchez, quien fue grabado cuando agarraba a golpes al conductor de un carro en la General Cañas.
La bromita le salió cara, lo echaron del trabajo en el que cumpliría ocho años este domingo. Lo despidieron sin responsabilidad patronal, o sea, con una mano adelante y otra atrás.
Su violenta reacción también le ha costado una lluvia de comentarios, la mayoría muy fuertes.
Las imágenes de la agresión son espantosas, nunca debió reaccionar así, al mejor estilo de la ley de la selva la que desgraciadamente es muy común en nuestras carreteras. No obstante, no creo que el otro chofer, de apellido Cordero, el que se pegó la rifa y los moretes, se haya comportado como un corderito. Sin embargo, por más insultos y gestos provocativos, Sánchez debió quedarse en su cabina.
El sábado, una conductora de apellido Gutiérrez, con archivo criminal, le tiró encima el carro a un grupo de ciclistas, quienes han sido noticia desde que comenzó la pandemia.
Tener licencia de conducir es lo más normal del mundo, y sacarla no requiere un esfuerzo extraordinario. Por esa razón, considero que así como obtener el permiso de portación de armas (si el trámite se realiza como Dios manda) lleva sus trabas, conseguir el permiso de manejo tiene que ser más estricto y las autoridades deberían valorar aumentar las dificultades para poder montarnos detrás de un volante, al fin y al cabo, un carro en un abrir y cerrar de ojos se convierte en un arma mortal.
“Claramente me arrepiento un montón”, dijo el trailero, pero a veces esto no es suficiente.