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El oficial de la Fuerza Pública, Francisco Pérez Rojas asegura que si tuviera que volver a recibir las siete puñaladas que le pegaron por defender a una señora lo haría sin pensarlo. Por eso es policía.
Cuenta que el ataque, ocurrido hace cinco años, le ha permitido hacer mejor su trabajo y ser más fuerte.
El 9 de noviembre del 2013, Pérez llegó con su compañero Eduardo Matarrita a atender un caso de violencia doméstica al barrio El Precario, en Ciudad Cortés. pasadas las 2 de la mañana.
Cuando llegaron el agresor –de apellido Guerrero– estaba muy agresivo y amenazaba con matar a su expareja sentimental. Para alejar a la mujer del peligro el oficial Pérez forcejeó con el hombre.
“´Él sacó el cuchillo de la cintura, lo tenía escondido y me atacó”, recuerda el policía.
Guerrero lo hirió en la cara, los brazos, la espalda y el cuello. Fueron en total siete filazos.
El oficial Matarrita trató de quitarle el arma al agresor para defender a su compañero y fue herido en la mano derecha. Furioso como estaba, Guerrero también agredió a la exsuegra, luego huyó, pero siguió haciendo loco. Entró a la fuerza a una casa del barrio, le puso un cuchillo en el estómago a una mujer y comenzó a quebrar cosas de la sala.
Después de todas las tortas el sospechoso corrió por patios y no logró ver un alambre de púas y quedó pegado con una pierna herida y ahí sí no tuvo escapatoria.
A los dos oficiales los trasladaron al Hospital Tomás Casas, en Ciudad Cortés.
“Afortunadamente me recuperé muy rápido. La verdad no sentí temor y como policía que soy se lo digo, si lo tuviera que volver a hacer lo haría sin pensarlo”, dijo Pérez, quien lleva 18 años en la Fuerza Pública.
En la recuperación se llevó poco más de un mes, pero asegura que valió la pena ver que él y su compañero lograron que las víctimas se salvaran.
“Lo que me dolió fue nada más una de las heridas de la cara que me tuvieron que someter a una cirugía reconstructiva, y yo sentí como que faltó que me pusieran anestesia y entonces sí fue muy dolorosa”.
El hombre que lo atacó fue condenado a cuatro años de cárcel y, según el oficial, él hace mucho tiempo lo perdonó y no le guarda rencor.
A la señora que defendieron la ha visto varias veces pero de lejitos. Por lo ocurrido a él lo trasladaron de Osa a Ciudad Cortés.
“Me hace feliz ser policía y lo que más atendemos por aquí, el ochenta por ciento de los casos son por violencia doméstica, más los fines de semana o en las fechas de pago”, dice sobre una triste realidad.
