Don Juan José Molina Gustavino, de 49 años, se levanta todos los días para ir a trabajar como oficial de Fuerza Pública con las mismas ganas que lo hizo la primera vez, porque sabe que la vida le dio una segunda oportunidad.
Molina, quien se convirtió en policía el 10 de junio de 1991, es un verdadero milagro andante. Él es el único oficial que salió con vida de un terrible accidente de tránsito ocurrido el lunes 11 de julio del 2016, en el cual perdieron la vida dos de sus compañeros.
La fatalidad sucedió 200 metros después del puente de sobre el río Tárcoles, en la carretera Costanera, en dirección a San José. Ese mal momento aún se pasea por los pensamientos de don Juan José, pero no le impiden retomar su vida y la pasión que siente por su trabajo.
Terrible madrugada.
Molina recuerda aquel día como si fuera ayer, cuando él y sus compañeros Iver Cascante Ruiz, de 50 años; y Greivin Delgado Mata, de 38, se subieron a la patrulla en Ciudad Neily para dirigirse a San José.
“Eran las 2 de las mañana cuando salimos, nos dirigíamos hacia San José a un curso que estábamos llevando a cabo. A eso de las 4:15 a.m. cuando íbamos por el río Tárcoles nos topamos un furgón de frente, mi compañero Iver intentó esquivarlo pero no pudo”, contó.
El bombazo fue tan fuerte que la parte delantera de la patrulla en la que viajaban quedó despedazada, al igual que la trompa del furgón. Según Molina, ahí vivió los minutos más difíciles de su vida.
“Fue un accidente muy doloroso, yo me salvé de milagro, porque llevaba el cinturón de seguridad, uno de mis compañeros ni se dio cuenta porque iba durmiendo. Unas personas que iban pasando me sacaron de la patrulla, porque yo había quedado prensado y me estaba ahorcando con el cinturón. A pesar de todo solo quedé muy golpeado y quebrado”, recordó.
Molina fue llevado por la Cruz Roja hasta el hospital Max Terán, de Quepos, donde permaneció internado por varios heridas.
Recordatorio
Casi dos años después del fatal hecho don Juan José se encuentra recuperado; sin embargo, aún carga consigo una lesión que lo hace recordar ese accidente en el cual no solo perdió a dos compañeros, sino también a dos amigos.
“Me he ido recuperando gracias a Dios, pero la mano derecha me quedó jodida, porque me dañé tres nudillos, entonces ya no puedo estirarla completamente”, añadió.
Molina contó que tras el accidente muchas cosas han cambiado, una de ellas es que ahora aprecia más la vida, pero esto no le ha quitado las ganas de trabajar como policía, pues sigue sin tener miedo de cumplir con su deber para ayudar a los demás
“No me da miedo subirme en una patrulla después del accidente, de hecho, luego de que me recuperé volví al curso policial y viaje hasta San José otra vez montado en una patrulla”.
Molina agregó que el hecho de que él sobreviviera a ese accidente es un verdadero milagro, lo que ve como una segunda oportunidad que Dios le dio para cumplir con algún propósito especial en esta vida.