Las dos primeras semanas del juicio por el femicidio de María del Carmen Tacsan Ulate, de 40 años, han permitido conocer más sobre quién era la víctima.
En el banquillo de los acusados está sentado su esposo, de apellido Pérez, un médico radiólogo de 44 años con quien se casó el 6 de marzo del 2010.
Para la Fiscalía, el 19 de setiembre del 2020, en el apartamento donde ambos vivían en Heredia, Pérez le habría dado lidocaína a María y eso le provocó una intoxicación aguda, después el sospechoso habría tomado un arma calibre 22 y se la metió a ella por la boca, luego la accionó. El balazo le provocó una fractura en el cráneo y la muerte. También, el esposo le habría provocado 48 cortadas. Todo esto aparentemente con el fin de simular que su esposa fue quien se suicidó.
Durante el debate, los familiares que han declarado dejaron en evidencia que María era una mujer amorosa, comprometida con las personas que tenía a su alrededor, competitiva y además una amante de la natación y del buceo.
De cariño le decían “Panky”, así lo describen en la página creada en Facebook para pedir justicia, llamada “Por amor a María Tacsan”, en que mujeres, niños y hombres levantan sus manos al cielo, tal y como ella lo hizo en la última foto que compartió en el chat de WhatsApp que tenía con su familia.
Su hermana Laura Tacsan nos contó que María era la pequeña de su casa, la menor de cuatro hermanos, y la tía de cuatro sobrinos que la extrañan con todo su corazón.
“Era una guerrera, era siempre una mujer líder en todo, siempre lograba poner todo en orden”, contó.
Desde que era muy pequeñita, sus papás la metieron en clases de natación para mejorarle la respiración, iba a clases dos veces al día y ganó varias medallas en Juegos Nacionales.
La natación la seguía acompañando ya que participaba en pruebas en aguas abiertas, le encantaba el mar.
María se crió en una vivienda en Los Lagos de Heredia.
“Nosotras estudiamos en el Conservatorio Castella, ella se desarrolló en teatro, también en danza, flauta traversa y bailaba tap, de hecho al final (poco antes del crimen) ella quería un cambio en su vida y estaba retomando lo del tap, tenemos guardados sus zapatos”, dijo Laura.
La hermana aseguró en el juicio que María era tan independiente y decidida que cuando terminó el colegio participó en una beca para irse de intercambio a Japón y ella solita arregló todo para irse a aprender a ese país.
Tacsan estudió para ser asistente dental y trabajó un tiempo muy corto para la Caja, en la clínica de San Rafael de Heredia, ahí conoció a Pérez.
Ese trabajo terminó cuando se enteró de una plaza que tenía la Embajada de Japón en Costa Rica, participó y se convirtió en asesora. Ella dominaba el japonés gracias al intercambio que hizo. Además estudió administración de aduanas y relaciones internacionales.
María destacó en su trabajo en la embajada, porque ella era el contacto de ese país con el nuestro y estuvo a cargo de muchos proyectos que beneficiaron a Costa Rica y a varias instituciones en temas de donaciones.
“Era una luz donde llegaba, su trabajo fue muy importante en la embajada, lo que hizo y aportó así se lo reconocieron”, dijo Laura.
Incluso, la hermana nos contó que algunas comunidades indígenas con las que trabajó, le dieron algunos detalles muy significativos a la familia tras el asesinato.
Les regalaron una piedra sagrada del río Chirripó y tres figuras hechas con corteza de un árbol: un ángel que simbolizaba la partida de María, un pájaro que la acompañó hasta donde pudo y un conejo que la despidió.
“Ella era una profesional que aportaba mucho, era una mujer muy valiosa y un ser humano maravilloso”, dijo la hermana.
Tacsan cocinaba delicioso y le encantaba poder compartir lo que preparaba con otras personas.
Pérez relató, cuando dio su testimonio, que su hermana se enamoró del buceo y no descansó hasta sacar una licencia en buceo de rescate.
Pérez narró que en esa aventura de bucear fueron a la isla Mujeres, en México, a la Rivera Maya, y a Cozumel, para hacerlo entre tiburones.
Además de que tomaron un crucero para ir a Maldivas, en el océano Índico, donde completaron 100 buceos para lograr certificarse. Además de ir a Qatar.
María era una mujer que siempre andaba botellas de agua y sombrillas en su carro para repartirlas a quienes veía en apuros, era la que les dejaba a los que recogían la basura un jugo y una galleta.
“Era una persona que hacía amigos fácil, una amiga fiel”, dijo la hermana.
“María disfrutaba la vida a plenitud, todo lo que se propuso lo logró, lo que le faltó fue poder seguir viviendo, siempre fue un líder capaz de solucionar cualquier cosa, una mujer feliz con ciertas situaciones que empañaron su vida, pero hasta donde la dejaron vivir pudo hacer lo que ella quiso”, dijo.
Tacsan amaba a sus perritos Yuki y Perrillo que ahora están al cuidado de sus hermanas.
“Ella era la chispita de la casa, la que organizaba todo siempre, nos hace mucha falta”, dijo Laura.
La familia de Tacsan asegura que ellos confían en la justicia.