Sucesos

Soldado tico conoció los horrores de la guerra en Irak y vio a la muerte muy de cerca

Los azares del destino llevaron a Octavio Rivera a formar parte del ejercito de Estados Unidos por más de 25 años

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Octavio Rivera, tico que formó parte del ejercito de Estados Unidos. Foto cortesía Octavio Rivera.
Octavio Rivera contó que lo vivido en la guerra en Irak lo marcó para siempre. Foto cortesía Octavio Rivera.

Afortunadamente, quienes vivimos en Costa Rica solo conocemos la guerra a través de la televisión, el cine o las páginas de un libro, sin embargo, hay algunos compatriotas que por azares del destino terminaron viviendo en carne propia los horrores de un campo de batalla.

Ese es el caso de Octavio Rivera Fonseca, un costarricense oriundo de San Pablo de León Cortés y quien durante 27 años formó parte del ejercito de los Estados Unidos, situación que lo llevó a estar presente en los conflictos armados en Irak y Afganistán.

Rivera contó a La Teja que en ambas guerras vivió situaciones muy difíciles, como ver morir a dos de sus mejores amigos y a personas inocentes que nada tenían que ver, también mencionó que una vez estuvo a segundos de morir en un ataque que pareciera sacado de una película de Hollywood.

Actualmente, Rivera vive alejado de ese tipo de conflictos, pues tras jubilarse en el 2022 regresó a disfrutar de la paz que se vive en Costa Rica, pero en su memoria aún conserva los recuerdos que vivió juntos a sus compañeros de armas, de los cuales muchos no contaron con la misma suerte de regresar a sus hogares.

Octavio disfrutó su niñez y parte de su adolescencia en la zona de Los Santos, pero su vida dio un cambio inesperado cuando tenía 14 años, pues en 1989 su familia aprovechó una oportunidad para irse a vivir a Estados Unidos en busca de mejores condiciones.

“Cuando terminé el colegio comencé la universidad de inmediato, porque me habían dado unas becas, porque yo jugaba bola y otras cosas, pero pasaron varias situaciones después del primer año de universidad y me quedé sin plata”, contó.

La difícil situación hizo que Rivera buscara otra alternativa para generar ingresos y fue en ese momento que en Estados Unidos un conocido suyo, que era oriundo de Turrialba, le propuso un negocio que en aquel entonces sonaba bastante bien.

“Comencé a traer carros a Costa Rica junto con ese muchacho, en ese tiempo era un gran negocio llevar carros de Estados Unidos hacia Costa Rica. Lo que pasó fue que en uno de esos viajes, en Guatemala, abrieron un carro y me robaron el pasaporte y el poquillo de plata que teníamos, entonces terminé en Costa Rica sin dinero y sin forma de regresar a Estados Unidos”.

Octavio Rivera, tico que formó parte del ejercito de Estados Unidos. Foto cortesía Octavio Rivera.
El ejercito se convirtió en una profesión y una pasión para el tico. Foto cortesía Octavio Rivera.

Una vez más, Rivera tuvo que hacerle frente a la adversidad y a punta de algunos trabajaos que le fueron saliendo, reunió la plata necesaria para regresar a Estados Unidos.

Tras volver a Estados Unidos, la suerte seguía dándole la espalda, pues no tenía dinero ni posibilidad para continuar estudiando en la universidad y tampoco quería irse a vivir con su mamá, pero fue en ese momento que ante él apareció una señal.

“En ese momento fue que vi un rotulo que decía: ‘El Ejército’, entonces pensé que era una buena oportunidad. Aunque como tico no sabía en qué me estaba metiendo, yo pensaba que por lo menos ahí me iban a dar comida, dormida y plata para la universidad, entonces así fue como me enlisté y firmé mi primer contrato con el ejercito en 1995″.

Octavio contó que en cuanto a la disciplina, no tuvo problemas, pues se encontró con el ejercito era muy parecido a las escuelas de Costa Rica de aquel entonces, donde todos debían ir con el cabello corto y bien peinados, el uniforme limpio y los zapatos embetunados y brillantes.

“Yo acababa de cumplir 19 años y todo era nuevo, si nos decían que había que correr doce millas iba y lo hacía, porque yo era como una esponja, quería aprenderlo todo y por eso me ganaba muchos favores con mis superiores”.

“Fue una linda experiencia, porque estaba con muchachos de la misma edad, todos andábamos juntos, salíamos juntos, esos años los recuerdo con mucho cariño y aún conservo muchos amigos de esa época”.

—  Octavio Rivera, exmilitar.

Tras completar el entrenamiento, Rivera estuvo enlistado desde 1995 hasta 1998 en Hawái y durante ese lapso participó en misiones de apoyo en Japón y Tailandia, donde no hubo ningún conflicto armado.

Octavio Rivera, tico que formó parte del ejercito de Estados Unidos. Foto cortesía Octavio Rivera.
En esta foto Octavio y sus compañeros estaban buscando a uno de los hijos de Saddam Hussein. Foto cortesía Octavio Rivera.

La historia de los Estados Unidos cambió para siempre el 11 de setiembre del 2001, cuando ocurrió el ataque terrorista a las Torres Gemelas, según Octavio, a causa de esto, a finales del 2002, se empezaron a escuchar rumores de que el ejecito invadiría Irak.

“Mi papá me llamó desde Costa Rica y me preguntó si me iban a enviar, le dije que yo no iba a ir, que ya iba de regreso para Hawái, pero apenas regresé ahí me informaron que sería enviado a Irak. Esa fue mi primera misión verdadera, porque aunque ya llevaba siete años en el ejercito, solo había hecho misiones de paz”.

“Nos atacaban en la base tres veces al día, al punto de que uno se acostumbra a eso, ya uno ni se asustaba, el cuerpo ya ni reaccionaba”.

—  Octavio Rivera, exmilitar.

Para el año 2003 Octavio formaba parte de la unidad 25 de infantería, la cual fue desplegada en la ciudad de Krkuk, en la parte norte de Irak.

“Cuando llegamos ahí para mí fue un shock, porque nadie sabía en lo que nos estábamos metiendo y ya ahí cuando comienzan los ataques y las personas empiezan a morir, incluso dos de mis mejores amigos murieron, es donde todos comenzamos a ver que eso era real, que no era un juego”.

Según Rivera, al principio los militares recibieron mucho apoyo de los kurdos, pero los problemas iniciaron un par de meses después, pues los soldados ya no andaban en las calles, sino que fueron enviados a bases y fue ahí cuando comenzaron los ataques más fuertes con los llamados coches bomba.

Octavio Rivera, tico que formó parte del ejercito de Estados Unidos. Foto cortesía Octavio Rivera.
Rivera vio a la muerte de cerca cuando viajaba en un convoy como este. Foto cortesía Octavio Rivera.

Estando en Irak, Octavio vivió muchas experiencias, la mayoría de estas terribles, y en más de una ocasión la muerte le anduvo muy de cerca.

Uno de los hechos que más recuerda es cuando viajaba en un convoy desde Kirkuk hasta la ciudad de Tikrit, y en dicho trayecto debían pasar por el puente sobre el río Éufrates.

“Cuando íbamos pasando por ahí observé unas casas hechas de barro, en un barrio marginal, y desde ahí vi que nos lanzaron lo que en inglés se llama un RPG (lanzagranadas de mano antitanque). Todo lo vi en cámara lenta y gracias a Dios la granada pasó entre el vehículo en el que viajaba yo y el que iba detrás, o sea, un segundo más, un segundo menos y yo no estaría contando la historia”, recordó.

Tras esquivar a la muerte, los soldados reaccionaron de inmediato, tomaron todo su armamento y lo apuntaron hacia el lugar donde salió la granada, pero ni un solo gatillo pudo ser presionado.

“No pudimos disparar, porque lo único que veíamos eran chiquitos y mujeres pasando, la insurgencia sabía eso, que podían dispararnos algo y que nosotros no íbamos a responder, porque había personas inocentes”, aclaró Rivera.

Para el tico, ese tipo de situaciones fueron las más difíciles, porque aunque sí se enfrentaron directamente a fuerzas armadas, el 90% de los ataques que recibían venían de puntos ciegos.

“Uno no sabía de dónde venían, eran carros bomba, explosivos en la calle, morteros que nos tiraban desde las calles, entonces el enemigo casi nunca se veía y eso nos afectaba mental y emocionalmente”.

Rivera contó que en su primera misión estuvo 15 meses en Irak, luego regresó por un año más y no fue hasta el 2011 que se vio involucrado en otro conflicto bélico, esta vez en Afganistán.

Finalmente Octavio se jubiló del ejercito en el año 2022.

Octavio Rivera, tico que formó parte del ejercito de Estados Unidos. Foto cortesía Octavio Rivera.
Durante sus años en el ejercito Octavio aprendió a usar todo tipo de armas. Foto cortesía Octavio Rivera.

Tras pasar en distintos campos de batalla, Octavio decidió regresar a Costa Rica para iniciar una nueva etapa de su vida, alejada de los disparos y las explosiones.

“Aquí en Costa Rica estoy muy involucrado con la Legión Americana, que son exmilitares que tratamos de ayudar a la comunidad, a los veteranos, también me he involucrado con el grupo Rescate Urbano para ayudar a las personas, porque aunque uno deje el ejercito uno tiene que seguir sirviendo, en este caso a la comunidad”.

Las difíciles experiencias que vivió en la guerra hicieron que Rivera aprendiera a percibir y a valorar la vida de una forma muy diferente.

“La paz, como yo la veo, es como sienta uno el agradecimiento, en el ejercito uno pasa frío y duerme en el suelo y pasar de eso a una camita, donde puede dormir escuchando como la lluvia cae sobre el zinc, uno se siente bien, porque uno aprecia todo eso, por eso pienso que uno aprecia la tranquilidad y la paz cuando se ha visto la guerra y las personas que no las tienen”.

Fueron tantas las experiencias y las cosas que vio en la guerra que Octavio decidió escribir un libro al que llamó “Al Maez”, que significa la cabra, para contar todo lo que muchas personas desconocen, como las injusticias y la corrupción que se da en medio de conflictos de ese tipo.

Octavio Rivera, tico que formó parte del ejercito de Estados Unidos. Foto cortesía Octavio Rivera.
Actualmente Octavio forma parte del grupo Rescate Urbano, que se dedicaba a ayudar a las comunidades y participar en labores de rescate. Foto cortesía Octavio Rivera.
Adrián Galeano Calvo

Adrián Galeano Calvo

Periodista de Sucesos y Judiciales en el periódico La Teja desde 2017. Cuenta con un bachillerato en Relaciones Públicas de la Universidad Latina y una licenciatura en Comunicación de Mercadeo de la UAM. En el 2022 recibió el premio a periodista del año del periódico La Teja.

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