Los médicos dijeron hace dos años y medio que el tenista José Pablo Gil Rodríguez viviría solo una hora después de un grave accidente de tránsito que tuvo.

Pero el joven, hoy con 23 años, desafió los peores pronósticos y sigue vivo y activo.

Antes del accidente –un choque contra una cuneta por esquivar un carro– había representado al país en cuatro ediciones de la Copa del Café y en tres quedó como raqueta número 1 de Costa Rica. Tenía un gran futuro en este deporte.

Pero todo cambió la noche del viernes 19 de agosto del 2016. José Pablo tuvo un grave accidente que lo mantuvo en coma durante una semana y le causó severas lesiones en las vértebras. Eso le quitó la movilidad del tórax hacia abajo.

“Al ver el estado en el que quedé, los doctores les dijeron a mis papás que se quedaran a mi lado para disfrutar los últimos momentos, me daban una hora de vida”, recuerda José Pablo, el menor de tres hermanos.

El pronóstico quedó en eso y el tenista avanzó. Hoy se siente más vivo que nunca, continúo jugando tenis –ahora en la modalidad de adaptado en silla de ruedas– y está en el puesto 49 del mundo.

“Las terapias me han ayudado mucho para la parte superior del cuerpo, las piernas aún no se han recuperado tanto, pero he estado caminando con una órtesis diariamente”, explica. Una órtesis es un dispositivo externo al cuerpo que ayuda a sostenerlo.

El joven dice que ha contado con el apoyo de la Federación de Tenis y en diciembre del 2018 estuvo en un torneo nacional.

Ha participado en torneos internacionales. La semana pasada regresó de la primera gira de este 2019, que lo llevó a torneos como el Barranquilla Open (Colombia) y a otros en Estados Unidos.

En tierras cafeteras llegó a cuartos de final y en Estados Unidos jugó contra el primer lugar del mundo, el japones Chingo Kuneida. Asegura que fue una experiencia enriquecedora.

Otro de sus logros es que se clasificó a los juegos Panamericanos, que serán en Perú en agosto próximo, y piensa competir en las Olimpiadas.

Oportunidades para otros

José Pablo comenzó hace ocho mes un proyecto de tenis en silla de ruedas que busca integrar a más gente a esta disciplina.

“Quiero que otras personas con una discapacidad también tengan la oportunidad para que puedan hacer algún deporte, se puedan distraer y vean que con su cuerpo aún pueden hacer muchas cosas y sentirse libre física y mentalmente”, señala.

Aseguró que actualmente asisten con regularidad 10 jugadores y próximamente tendrían un campeonato.

“Lo que les puedo decir a las personas sobrevivientes de un accidente o de una enfermedad es que cada día es una oportunidad para seguir luchando, viviendo”.

Piensa que hay demasiado por disfrutar y por hacer. "Esa es la razón por la que uno sigue acá, para cumplir metas e, incluso, seguir siendo apoyo para personas que están en un momento complicado”.

Otra de las metas claras que tiene es continuar los estudios, que son parte fundamental para todas las personas.

Juan Pablo había concluido sus estudios universitarios en Estados Unidos, pero en Costa Rica no se los habían convalidado, así que sigue esforzándose para entrar a la universidad.

La noche del choque, Juan Pablo iba en carro con tres amigos; él viajaba en el asiento trasero, detrás del chofer. Cuando pasaban frente a Metro Bowl, cerca del Real Cariari, sobre la autopista General Cañas, se les atravesó un carro. Para evitar chocar el chofer hizo una maniobra y se estrellaron contra una cuneta. Debido al golpe, el tenista salió expulsado.

Gil regresaba de una cena de despedida que le planearon sus amigos ya que dos días después viajaría a Los Ángeles, Estados Unidos, porque había ganado una beca para estudiar Negocio internacional y mercadeo en la Universidad Azusa Pacific, donde también jugaría tenis durante cuatro años.