Joaquín Madrigal Morera cumplirá el próximo 30 de julio tres décadas de haber sobrevivido a un choque de dos tráileres en el que perdió las piernas pero nunca su actitud positiva para enfrentar la vida.
Tiene 62 años, es padre de dos mujeres (de 33 y 36 años) y de un muchacho 23 años. Es amante de deportes como el golf, el voleibol sentado y el atletismo.
En la vida de “Quincho” o “Pelé”, como le dicen, no hay límites.
Utiliza unos bastones y con estos puede derribar árboles si se lo piden; además adaptó una microbús para 14 personas que es con la que se gana la vida haciendo excursiones.
“Desde que tenía catorce años manejaba tráiler, era mi pasión. Después del accidente sabía que debía continuar y adapté la microbús, con ella voy a todo lado”, cuenta.
Asegura que el secreto para continuar es ser positivo, no mirar en lo que se tuvo sino visualizar en lo que se desea para lograrlo.
“Después del accidente le pedí de corazón a Dios que me guiara para salir adelante. Puse mi mente positiva, Él fue quien me dio la fortaleza, ese es el único secreto para lograr lo que uno sueña. Mi vida es grandiosa y puedo hacer lo que me proponga porque todo está en lo que uno atrae y se esfuerza por cumplir”.
Cuenta que durante estos 30 años se ha topado con muchas personas que le reconocen el esfuerzo y él les dice que todos somos capaces de lograr lo que deseamos.
“Me dicen que no tengo limitaciones y que muchas veces ellos tienen de todo y son los que encuentran las limitaciones”, comenta.
“Quincho” tuvo el accidente en Choluteca, Honduras. Entonces tenía 33 años y llevaba una carga de láminas plásticas para hacer refrigeradoras, trabajaba en la hoy extinta fábrica Maroto Vargas, que estaba en Tacares.
“Mi destino era El Salvador, por esquivar un hueco me fui hacia el carril del lado derecho y me topé con otro tráiler de frente, perdí la dirección del cabezal y una carreta plana para jalar madera que jalaba el otro camión se metió en el cabezal golpeándome las piernas”, recordó.
Estuvo cinco días internado, lejos de la familia y fueron sus expatronos los que coordinaron el regreso de “Quincho” por avión.
Es vecino de Rincón de Salas, en Grecia, pero por trabajo anda por todo lado.