La madrugada del 27 de junio del 2003 la vida de Neighel Drummond, uno de los porteros con mayor proyección en el país, cambió para siempre.
El guardameta venía manejando por la escuela de Lenguas de la UCR, en San Pedro de Montes de Oca, cuando un irresponsable trató de adelantar e invadió el carril por el que iba el jugador junto con dos amigos.
Drummond, con reflejos de portero, esquivó el golpe de frente; sin embargo, en la maniobra perdió el control del carro, se salió de la vía y se volcó.
El accidente fue tan aparatoso que no solo le destrozó varias partes de su cuerpo, sino que también hizo lo mismo con su carrera mundialista.
Debido al bombazo, Drummond se fracturó la mandíbula, el pómulo y el hombro izquierdo, lesiones que lo obligaron a pasar 15 días en el hospital Calderón Guardia y varios meses fuera de competición y eso, a esas alturas de su carrera, era un pecado.
La competencia que encabezaba el meta era muy disputada, por lo que cualquier tropiezo le podría dar la ventaja a los porteros que le venían majando los talones, como por ejemplo Adrián De Lemos y Víctor Bolivar.
Y así fue, el accidente no solo le dio la oportunidad a ellos de figurar, sino que Drummond, después de eso, no volvió a ser el mismo.
El porterazo formó parte de la selección sub-20 que fue al Mundial de Argentina en el año 2001, en el cual clasificaron a octavos de final.
Drummond era el titular indiscutible, y para muchos, era el portero de mayor proyección para adueñarse del puesto en la Selección Mayor en algún momento.
En Argentina, Neighel solo recibió cuatro goles en los cuatro partidos que disputó y estuvo en la única generación que ganó la fase de grupos de un Mundial (de cualquier categoría) con puntaje perfecto. (Se le ganó 3-1 a la Holanda, 3-1 a Etiopía y 1-0 a Ecuador).
Lastimosamente en octavos de final se perdió 2-1 contra los checos, pero ya el nombre y la figura de Neighel Drummond en el marco había dejado huella.
Sin embargo, el accidente le quitó al meta esa regularidad y confianza que necesita un portero a esas edades para trascender, por lo que después de eso, aunque lo intentó, nada volvió a ser igual.
Antes de ese momento, la joven carrera del meta iba en constante ascenso: había sido seleccionado sub-17, sub-20 y sub-23.
El guardameta cumplió todas las fases que llevan a un portero a consolidarse en la Primera División y, posteriormente, a jugar con la Selección Mayor, meta que le faltó por cumplir.
Tanto Neighel como varios de sus entrenadores coinciden que el accidente fue el culpable de que el porterazo no llegara a la Tricolor, ya que reponerse de un golpe de esos, no es jugando.
"Posiblemente (el accidente frenó su carrera), porque aún después de recuperado y de haber jugado unas olimpiadas, donde el equipo clasificó a la siguiente ronda y haciéndolo de buena manera, no se me dio la oportunidad de consolidarme en algún equipo. El tiempo había pasado", comentó el ahora exportero.
Parecido opinan Róger Flores y Manuel el "Puro" Ureña, quienes fueron el técnico y asistente del meta durante el premundial de 1999.
"Él (Neighel) tenía muy buena proyección, uno no puede predecir qué hubiese pasado si no hubiese ocurrido el accidente, pero iba catapultado para ser uno de los mejores porteros del país, por esencia y calidad", expresó Flores.
Mientras que Ureña recordó que el muchacho, en ese momento, tenía características muy buenas, por encima de los demás.
"Tenía buen juego aéreo, tenía la velocidad, era ágil, coordinado, tenía buen físico, se desplazaba bien, tenía buena ubicación, tenía su personalidad para la edad que tenía, era seguro, tenía mucha comunicación con la defensa, quizás lo único que tenía que mejorar era el juego con los pies", recordó "el Puro" Ureña.
Sin embargo, pese a que le llevaba ventaja a sus contrincantes, la competencia era muy fuerte, por lo que cualquier tropiezo le podía costar caro... y así fue.
Neighel tenía como colegas a porteros como Adrián De Lemos y Víctor Bolivar, dos jugadores que, en su momento, sí llegaron a vestir la camisa de la Sele pese a que fueron banca de Drummond en aquel entonces.
Para los dos técnicos, el simple hecho de que Drummond se haya recuperado de un accidente tan grave ya fue un logro muy grande, el cual no cualquiera hubiese logrado.
"Él hasta se consolidó en equipos de la Primera División, la verdad es que eso no lo hace cualquiera. A pesar de que pasó por muy buenos equipos, la lesión le tuvo que haber generado algún tipo de trauma", explicó Flores.
Después de recuperarse del accidente, Drummond tuvo, quizás, el momento más sagrado de su carrera con la Sele en las olimpiadas de Atenas 2004.
Sin embargo, parece que fue más por motivación que por otra cosa porque después de eso no logró mostrar su mejor nivel nuevamente.
Neighel atajó en varios equipos de Primera División, pero no le alcanzó para llegar a una selección y menos a un Mundial mayor, la única vitrina que le faltó conquistar.
Por eso, ahora que inició el Mundial de Rusia, el hombre prefiere no hacerle mucha cabeza al asunto, porque si sacamos cuentas, el hombre perfectamente pudo haber estado a las órdenes de Óscar Ramírez (actualmente tiene 36 años).
Nueva oportunidad
Pese a todo lo que le ocurrió, Neighel sigue en un puro romance con el fútbol, aún después de retirado, esto gracias a una gran oportunidad que le llegó gracias a la Federación Costarricense de Fútbol, ya que hace poco lo contrataron como entrenador de porteros de las selecciones menores.
Eso hizo que Drummond tenga su revancha y pueda estar de cerca de la Sele, solo que ahora de otra forma.
"Quiero llegar a ser el mejor en mi nueva etapa, poder transmitir de buena manera mi experiencia y desarrollar buenos porteros", dijo este luchador.
Además, eso va a hacer que este domingo, para él, sea un día sumamente especial.
Primero porque es el Día del Padre, el cual espera festejar con su hijo Neyson, de ocho añitos y segundo porque juega la Sele, el equipo en el que él pudo haber estado durante el debut de no ser por el accidente que atajó su carrera.