Doña Maritza Matamoros presintió que a su hijo Jonathan Matamoros Hidalgo, de 32 años, le había pasado algo muy malo en la madrugada del pasado martes 6 de febrero.
Pensó eso cuando vio que Jonathan no había llegado a la casa y no se equivocaba. Su hijo había caído con su taxi a un guindo de 160 metros y contra todo pronóstico está contando el cuento con apenas golpes y algunos moretones.
“Como vi que no estaba (en la casa) dije: 'Señor, acompáñalo, líbralo de todo peligro, que a Jonathan no le haya pasado nada'. Tuve como una corazonada y entonces me puse a rezar. En ese momento se alumbró mi celular y era el muchacho dueño del taxi, yo no sabía si contestarlo o no porque sentí algo feo, como un mal presentimiento. Me lo dijo, como dicen, de un solo tiro: 'Jonathan se fue a un guindo, yo no sé si está vivo o está muerto”, recuerda la mamá.
Por platica adicional
Este vecino de El Alto Quitirrisí de Mora hacía un bretecito extra como taxista porque se gana la vida como chofer de la Embajada de Catar.
"La noche del accidente un amigo me pidió que le ayudara con ese servicio, él había madrugado y estaba muy cansado, era un viaje de la Asociación Ciudad Colón, iba desde la zona franca de El Coyol de Alajuela hasta Puriscal. Cuando ya venía para mi casa pasé por el cementerio de Puriscal y me agarró sueño, tenía ganas de ir al baño y paré en ese momento. Quería salir del carro para refrescarme un poco y así lo hice", cuenta Jonathan.
Dice que en ese momento ya no tenía sueño, pero de un momento a otro le agarró de nuevo y sintió un golpe, como si el carro hubiera pegado con un poco de tierra y ya no había nada qué hacer.
"Solo vi una oscuridad y le dije a Dios 'acompáñame' y empecé a escuchar los árboles cómo se quebraban y todo el estruendo para abajo. Hubo un momento en que el carro paró y quedó prensando en un árbol como tres minutos. Me quedé quieto, pero después de eso siguió para abajo y comenzó a rodar", recordó el sobreviviente.
Añade: "en la primera vuelta ya como que me desconecté, como que cerré los ojos y cuando me desperté ya estaba prensado. Cuando el carro paró totalmente escuchaba como un río al fondo y pensé que el carro todavía iba a seguir más para abajo, por eso no decidí moverme mucho pensando en lo mismo, en que el carro iba a seguir rodando. Escuchaba la gente a lo lejos y veía un foco y todo, pero la voz no me daba para gritar".
Jonathan dice que algunas personas trataron de acercarse un poco más y fue cuando él escuchó los gritos de una señora a quien él le contestó con un "hola".
"Una señora gritaba ¡está vivo, está vivo!, llamen al 911", recordó Jonathan.
El rescate fue rudísimo para los socorristas. Tardaron más de una hora y media en sacarlo del guindo para llevarlo al hospital.
Doña Maritza asegura que a ella el cuerpo le temblaba y una hija fue la que le avisó, a las 6 de la mañana, que su hijo estaba bien.
"Él tiene una misión qué cumplir. Uno no se explica cómo está así después de ver cómo quedó el carro", dijo la mamá.
Incluso dice que los doctores que lo atendieron no podían creer que solo tuviera golpes y moretones.
"Estoy muy agradecido con las personas que me llegaron a auxiliar, fueron ángeles para mí", dijo Jonathan, quien no piensa dejar de taxiar a pesar de este susto tan feo.
Esta no es la primera vez que sufre un accidente. El 15 de octubre del 2014 viajaba con unos familiares frente al hotel Sheraton y quedó como un sándwich en medio de dos carros. Esa vez también solo sufrió golpes.


