Han pasado 45 años desde el asesinato de John Lennon, pero su muerte sigue estremeciendo al mundo. El responsable, Mark David Chapman, rompió el silencio ante la junta de libertad condicional en agosto y finalmente reveló qué lo llevó a disparar al músico británico aquel 8 de diciembre de 1980 frente al Edificio Dakota, en Nueva York.
“Fue completamente egoísta”
Chapman, hoy de 70 años, dijo que su crimen “fue para mí y solo para mí”, y reconoció que lo hizo por la fama. “Tuvo todo que ver con su popularidad. Fue completamente egoísta”, admitió ante los comisionados, según publicó el New York Post.
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El hombre, que en ese entonces tenía 25 años, agregó:
“Quería ser famoso, ser alguien que no era. Me di cuenta de que tenía un objetivo. No tenía que morir para ser alguien. Esa mañana supe que lo encontraría y lo mataría”.
Pese a disculparse con la familia del artista y sus fanáticos, la junta concluyó que Chapman carece de remordimiento genuino o empatía significativa, por lo que le fue negada la libertad condicional por décima vez. Su próxima solicitud podrá hacerla en 2027.
“No me interesa ser famoso”
Durante la audiencia, Chapman reflexionó sobre las consecuencias de su crimen.“Este era un ser humano”, dijo sobre Lennon, y añadió:
“Aquí estoy, viviendo mucho más tiempo. Me disculpo por la devastación que causé. No pensé en eso en absoluto en el momento del crimen. Ya no quiero ser famoso, punto”.
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Chapman fue condenado a cadena perpetua un año después del asesinato y continúa preso en el estado de Nueva York.
El crimen que cambió la historia
La noche del 8 de diciembre de 1980, John Lennon regresaba del estudio de grabación junto a Yoko Ono. Horas antes, el exBeatle había tenido un encuentro cordial con su futuro asesino: le firmó un disco de su álbum “Double Fantasy”.
Esa misma noche, alrededor de las 10:50 p. m., Chapman lo esperaba en la entrada del Edificio Dakota. Cuando Lennon se acercó, el agresor sacó un revólver calibre 38 y le disparó cinco veces por la espalda.
Gravemente herido, el músico alcanzó a correr hacia el hall del edificio, donde el portero Joe Many intentó ayudarlo. Según su testimonio, las últimas palabras de Lennon fueron: “Me dispararon”. Fue trasladado al Hospital Roosevelt, donde murió minutos más tarde.
El asesino que no huyó
A diferencia de otros criminales, Chapman no intentó escapar. Se quedó en el lugar, leyendo tranquilamente un ejemplar de “El guardián entre el centeno”, novela con la que se identificaba profundamente. Cuando la policía llegó, se entregó sin resistencia.
Desde entonces, Chapman ha pedido perdón en varias ocasiones, pero su solicitud de libertad ha sido rechazada diez veces, siempre por considerar que sigue siendo una amenaza y que su crimen fue “una búsqueda enferma de atención y notoriedad”.


