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Un artista tico tiene todo listo para cumplir un sueño de irse a vivir con su familia a la Gran Manzana.
Se trata del costarricense Andrés Martínez, un joven de 30 años, quien se ha ganado un nombre con tinta y aguja en el país, y ahora busca seguir haciéndolo lejos de nuestras fronteras.
Aunque es originario de Cariari de Guápiles, está radicado en Santa Ana, y desde que empezó en el mundo de la tinta, se especializó como tatuador en realismo (estilo artístico que busca reproducir imágenes de la vida real con la mayor fidelidad posible, imitando la apariencia de una fotografía o un objeto real).
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Su talento y esfuerzo lo tienen a punto de cumplir uno de sus grandes objetivos: trabajar de manera formal en un estudio en Estados Unidos; específicamente, en Nueva York, y es que ya tiene hasta el contrato firmado.
Andrés tatúa desde los 19 años y hoy acumula más de una década de experiencia en la industria. Sus tatuajes realistas no solo han llamado la atención de cientos de clientes nacionales, sino también de futbolistas de renombre como Youstin Salas, exjugador del Saprissa, y Johan Venegas, nuevo futbolista del Cartaginés.
Quizás muchas personas lo desconocen, pero el mundo de los tatuajes, como todo en el arte, tiene muchas vitrinas para mostrar y reconocer talento; por ejemplo, cuando, a los 22 años, ganó su primer premio en una convención nacional.
“Fue el primer evento grande en Costa Rica. Gané en la categoría de realismo y eso me abrió las puertas para ir a Europa”, cuenta. Ese mismo año se coronó campeón de realismo y desde ahí no ha parado de crecer.
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En 2016 tuvo su primera experiencia fuera del país, en Francia, y al año siguiente empezó a competir y ganar premios internacionales. Hasta ahora, suma seis galardones europeos: dos en Suiza, dos en Alemania y dos en Francia. Todas estas han sido en convenciones serias, de alto nivel, en las que se mide la técnica, la limpieza, los detalles y, sin duda, lo han hecho crecer muchísimo como artista.
Nueva York lo espera a él y su familia
Desde 2017 ha sido artista invitado en estudios de Estados Unidos y Europa, donde ha participado en ferias, exposiciones y sesiones privadas. Sin embargo, este 2025 marca una diferencia, pues ya no va solo como invitado, sino contratado.
“El contrato ya está. Ahora estoy en el proceso de reunir pruebas de que soy artista profesional. Ellos (los gobiernos) piden más que las redes sociales. Quieren ver notas, publicaciones, pruebas físicas. Hasta en Google salgo yo, pero eso no basta”, nos contó, y es que, sin duda, ser latino en Estados Unidos cada vez es más complicado, mucho más con las grandes trabas que pone día a día el gobierno de Donald Trump.
Mientras completa todo lo que necesita para iniciar una nueva vida en el país norteamericano junto con su esposa y sus tres hijos, trabaja de forma privada en un estudio en Santa Ana y, gracias a la clientela consolidada que tiene, puede organizar sus tiempos y proyectos de forma más personalizada.
“Yo ya tengo mi base de clientes. Trabajo de forma privada, en un estudio bien equipado. Eso me permite enfocarme en cada pieza sin distracciones”, comenta.
Además de ser tatuador y artista, Andrés también es papá de unos mellizos y otra niña, y no duda en decir que ese ha sido uno de los mayores logros de su vida.
“Ganar premios fue increíble, pero ser papá… eso no tiene comparación. Es una motivación diaria”, dijo con emoción.
Aunque aún no revela la fecha exacta de su salida del país, Andrés asegura que esta oportunidad no es solo un paso profesional, sino una meta que lleva años construyendo. Lo que empezó con una máquina y una idea clara hoy lo lleva a cruzar fronteras con una propuesta concreta y firmada.
Él asegura que está más que listo para representar a Costa Rica y todo el talento tico en grandes ligas y es que, además de cumplir un sueño, sabe que va a poder darle una mejor vida a su familia de la mano del reconocido estudio Inkstinct New York.
“Lo mejor de esta oportunidad y lo que me tiene más ilusionado es el poder expandir mi talento dándole mejor calidad de vida a mi familia”, concluyó.
