Dormir una siesta corta en medio del día no es un lujo, es una estrategia que puede transformar la energía y el rendimiento. De acuerdo con diversos estudios científicos, una siesta de solo 10 minutos basta para mejorar la concentración, reducir la fatiga y aumentar la productividad.
Un análisis publicado en Sleep Journal explica que las llamadas “power naps” o siestas breves mejoran la atención sostenida y la memoria a corto plazo. Con apenas 10 minutos de sueño, el cerebro logra desconectarse lo suficiente para reiniciarse, sin entrar en fases profundas que después generan pesadez o somnolencia prolongada.
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Más energía y mejor humor
Investigadores de la Universidad de Flinders (Australia) comprobaron que las siestas de 10 minutos producen un aumento significativo en los niveles de alerta y reducen el cansancio, comparado con personas que permanecen despiertas toda la tarde. Además, el cuerpo libera neurotransmisores que están asociados al bienestar y mejor humor.
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Beneficios para el corazón
La American Heart Association señaló que las siestas cortas pueden ayudar a disminuir la presión arterial en personas con estrés laboral. Aunque no sustituyen un sueño nocturno reparador, sí contribuyen a darle un “respiro” al sistema cardiovascular en jornadas largas.
Cuándo no conviene
Los especialistas advierten que no todas las personas reaccionan igual. Quienes padecen de insomnio o trastornos del sueño deben evitar dormir en la tarde, porque incluso una siesta breve podría alterar sus ciclos nocturnos. También aconsejan no hacerlas después de las 5:00 p.m., para no afectar el descanso principal.
La clave está en la duración: 10 minutos son suficientes para obtener los beneficios sin efectos secundarios. Una siesta más larga de 30 o 60 minutos puede hacer que el cuerpo entre en sueño profundo, lo que produce lo contrario: sensación de pesadez y mayor somnolencia al despertar.