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Los yates de Sadam Husein evocan su megalomanía y la invasión de Irak

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En la confluencia de los ríos Tigris y Éufrates, dos superyates simbolizan los delirios de grandeza de Sadam Husein, el presidente de Irak derrocado hace veinte años por una invasión de Estados Unidos.

Solo 500 metros separan a los barcos en el río Shatt al-Arab formado por las aguas del Tigris y del Éufrates.

El Al-Mansur (Victorioso) está medio hundido tras ser alcanzado por aviones estadounidenses en marzo de 2023.

Anclado en un muelle cercano, el Basrah Breeze -equipado con piscinas y en algún momento un lanzador de misiles- está parcialmente abierto al público que quiera visitar esta reliquia del pasado reciente del país.

"Todos los que vienen se impresionan con el lujo del yate", dice Sajjad Kadhim, instructor del centro científico de la Universidad de Basora, que tiene jurisdicción sobre el barco.

Para sorpresa de muchos visitantes, Sadam nunca navegó en el Basrah Breeze, de 82 metros de eslora, que fue una extravagancia más del dictador iraquí.

La suite presidencial del yate está decorada en tonos dorados y crema, una cama gigante con dosel y lujosos sillones del siglo XVIII, y sus grandes baños tienen grifos dorados.

Con capacidad para 30 pasajeros y 35 tripulantes, el Basrah Breeze, entregado en 1981, tiene 13 habitaciones, tres salas y un helipuerto.

Quizás lo más impresionante es el corredor secreto que conducía a un submarino, una puerta de escape ante amenazas inminentes, como se indica en el panel informativo del yate.

"Mientras el pueblo iraquí vivía los horrores de la guerra y un embargo, Sadam tenía un barco así", dice Kadhim, de 48 años.

Temiendo las repercusiones de la guerra Irán-Iraq en los años 1980, Sadam le dio el barco a Arabia Saudita antes de ser trasladado a Jordania, contó Kadhim.

En 2007, el navío fue anclado en Niza, Francia, donde un año después se convirtió en el centro de una disputa legal.

Las autoridades iraquíes reclamaron la propiedad del Basrah Breeze, que una empresa registrada en las Islas Caimán intentaba vender por casi 35 millones de dólares.

Tras recuperar el barco, el gobierno iraquí intentó venderlo sin éxito y al final, en 2009, decidió anclarlo en Basora.

"Lo que me gusta es el equipo viejo, el fax y los teléfonos antiguos de la cabina de mando", comentó a AFP el profesor universitario Abbas al-Maliki. "Me recuerda la era en que no existía internet".

La condición del Basrah Breeze dista del Al-Mansur, que está semisumergido y su carcasa se encuentra herrumbrada.

Con más de 7.000 toneladas de peso, el antiguo yate presidencia fue ensamblado en Finlandia y entregado a Irak en 1983, según la página web del diseñador danés, Knud E. Hansen.

Tiene capacidad para 32 pasajeros y 65 tripulantes.

Antes de la invasión estadounidense, hace veinte años, el Al-Mansur estuvo anclado en el Golfo.

Pero Sadam lo envió río arriba por el Shatt al-Arab "para protegerlo de los bombardeos de aviones estadounidenses", según el ingeniero marítimo Ali Mohamed. "Fue un fracaso", agregó.

El exjefe de patrimonio de Basora, Qahtan al-Obeid, relata que el barco fue bombardeado durante varios días en marzo de 2003, "pero nunca se hundió" completamente.

En fotos tomadas por un fotógrafo de AFP en 2003, el Al-Mansur se ve flotando en el río con su piso superior tiznado por un incendio causado por el bombardeo.

El barco comenzó a inclinarse en junio de ese año, y se volcó "cuando los motores fueron robados. Esto creó aperturas y entró el agua, con lo cual perdió equilibrio", según Obeid.

En un país golpeado por décadas de guerra, las autoridades lanzaron una campaña para remover los restos de barcos pequeños varados en Shatt al-Arab.

Pero el Al-Mansur "es un barco muy grande, tiene que ser desmantelado y luego removido", explicó Obeid. Es un proceso "costoso y difícil".

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