Deportes

Amigos de Moravia narran lección de hermandad y humanidad sobre una bicicleta

Muchacho que quedó parapléjico por accidente estará en Gran Fondo Andrey Amador

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¿Cuánto vale un buen amigo en la vida? Es una pregunta que muchos han tenido la dicha de responderse y que Juan Andrés Gutiérrez lo pudo comprobar con hechos de parte de Wilberth Méndez, más conocido como Chino, quien le demostró que estaba para él cuando más lo necesitó.

Esta pareja de amigos de La Isla de Moravia serán una de las que compita en la categoría de paratletas en el Gran Fondo Andrey Amador (GFAA) el 12 de febrero. Lo harán por segundo año consecutivo y esta vez decidieron aumentar la distancia de los 60 a los 100 kilómetros.

Chino dará pedal, mientras que Andrés irá a su lado en una especie de carreta, definiendo la estrategia.

Para Juan Andrés estar en un evento de este nivel representa muchísimo; fue la oportunidad de reconectar con un deporte que ama y que se vio forzado a abandonar por un tiempo luego de un accidente en el 2017, que lo dejó parapléjico, cuando apenas era un muchacho de 17 años.

Competir en el GFAA no se trata de cualquier carrera para ellos, pues antes del accidente, Gutiérrez competía en el equipo de ciclismo del Comité Cantonal de Deportes de San José, donde conoció a Andrey Amador en sus inicios como ciclista.

“Desde que yo vi el nombre del evento, dije es este, la verdad es este y por eso le propuse inscribirnos. Tenemos muchos años de andar saliendo, pero es a andar en San José solo nosotros, sin competir ni nada, pero cuando vi que esto era de Andrey no tuve duda que es al primero que teníamos que ir.

“Gracias a Dios participamos, fue un éxito para nosotros la experiencia. Yo siempre digo que más que haber llegado a la meta y todo eso, el objetivo es que Juan Andrés volviera a sentir los gritos, los aplausos, el viento en la cara, lo que era antes del accidente. Esa era mi motivación, que viviera toda la experiencia que se siente participar de nuevo de una carrera”, explicó Méndez.

Andrey es un poco mayor que Juan, por lo que cuando él iba llegando al Comité, “Chucky” (así le dicen a Amador) ya estaba haciendo maletas para dar el paso a profesional. No obstante, sí se conocieron en ese entonces.

“Somos de categorías diferentes por lo que nunca corrimos juntos, pero sí fuimos compañeros por un corto tiempo. A mí, desde que Chino me dijo, le contesté que le diéramos, que sí lo podíamos lograr, es algo que fue muy bonito vivir.

“La primera vez en el Gran Fondo lo tomé con mucha emoción. Fueron once años de estar en cama, de no poder volver a tocar la bici y poder estar en la calle con muchos más ciclistas fue muy bonito. Las personas que nos estaban apoyando fue otro plus para la competencia”, agregó Juan Andrés.

Está claro que el esfuerzo principal lo hace Chino, quien es educador físico de profesión, por lo que, dichosamente, está en muy buena condición física. Recuerda que cuando sintió que las fuerzas no le daban en la carrera del año pasado, el aliento de la gente lo ayudó a terminar.

“Gracias a Dios he tenido la bendición de que las piernas aguanten y ahí vamos a estar hasta que ya no puedan. Por dicha, ahora tenemos una ayuda extra gracias a MMR, que nos patrocinó una bicicleta asistida. Entonces, eso nos ha hecho un poquito más fácil lo que son los trayectos. Sin algo así hacer estos 100 kilómetros no sería tan factible.

“La bici es normal, pero tiene un sistema de asistencia eléctrico, como un motorcito, no como esos de gasolina que uno ve en la calle; es totalmente silencioso. Tiene tres niveles de asistencia y, por decirlo así, donde yo doy un pedalazo la bicicleta me asiste con uno extra, con un poquito menos de esfuerzo, se puede hacer un trayecto más largo”, explicó.

Duro momento

En el 2010, entrenando para una carrera, a Gutiérrez lo atropelló un carro por detrás. El chófer se dio a la fuga sin brindarle ningún auxilio. Debido al choque el joven se quebró las cervicales y los huesos del cuello.

“Quedé hospitalizado cerca de once meses en el hospital Calderón Guardia, luego estuve unos meses en el CENARE y después la recuperación. Ahora puedo decir que volví al ciclismo, solo que lo adaptamos para poder seguir”, comenta el joven de 29 años, quien acaba de sacar el bachillerato en mercadeo.

Así como la persona que lo abandonó no mostró humanidad alguna al atropellarlo, Chino ha sido todo un ejemplo de ayuda al prójimo y sacrificio. Por ello, le gustaría que lo que hace no se viera como algo raro ni excepcional, sino como lo que harían muchos por un amigo que, en su caso, conoció a los 13 años.

“Es una mezcla de todo, se siente muy bonito cuando la gente le reconoce a uno y le dice ‘qué chiva’, ‘felicidades’, ‘mi admiración’ pero, por otro lado, me pone a pensar que para mí esto es muy normal y debería ser lo normal.

“Que no deberíamos dejar a nuestros amigos o familiares porque su situación cambió de un día a otro. Esto me pone a pensar un poquito que como sociedad estamos tan mal que vemos algo que debería ser rutinario como de otro planeta, extraordinario. Tengo esa mezcla, porque se siente bonito el que lo reconozcan, pero preferiría ver miles de carretas en la calle jalando a sus amigos, hijos o papás. Con una más que vea en la calle, entenderé que nuestro mensaje sí llegó a los demás”, finalizó.

La gratificación del deporte, sin duda, está más allá de una medalla. La victoria para muchos pasa más por el proceso que por la misma meta.

Sergio Alvarado

Sergio Alvarado

Periodista de La Teja, especializado en deportes. Graduado de la Universidad Internacional de las Américas.

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