Hace 35 años, Costa Rica se preparaba para vivir uno de los momentos más importantes de su historia deportiva: el debut de la Selección Nacional en el Mundial de Italia 90.
En el ambiente se respiraban nervios, alegría, y en cada rincón del país la expectativa era latente. Las calles se vestían de blanco, azul y rojo y las conversaciones giraban en torno a la Sele.
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El 11 de junio de 1990, la Tricolor se convirtió en el primer equipo de Concacaf que ganaba un partido en un Mundial europeo y fue el primer país centroamericano en ganar un encuentro en una Copa del Mundo. Ese día, Costa Rica derrotó 1-0 a Escocia, con gol de Juan Arnoldo Cayasso.
Pero, ¿cómo era la Costa Rica que estaba lista para escribir uno de los capítulos más hermosos en la historia del fútbol?
La loquera de la televisión
Nuestro país era gobernado por Rafael Ángel Calderón Fournier. Días antes del debut mundialista, las autoridades anunciaban un garrotazo en los precios de productos básicos como frijoles, azúcar y maíz blanco.
Los almacenes buscaban hacer su “agosto” vendiendo los televisores con la tecnología de punta, y en los diarios se veían teles con pantallas de 29, 33 y 46 pulgadas, las más grandes.
En la cartelera cinematográfica se podía ver “Mira quién habla”, “Difícil de matar”, de Steven Seagal y “Terror bajo la tierra”.
El 8 de junio comenzó el mundial Italia 90, con el partido debut entre Argentina y Camerún, y a miles de kilómetros de distancia, Costa Rica era golpeada por una dura noticia: el fallecimiento de José Figueres Ferrer, un hecho que enlutó al país.
Don Pepe falleció a las 7:20 a. m. del viernes y los medios dedicaron una gran cantidad de páginas para informar del deceso y lo que serían los funerales del expresidente de la República.
En tierras italianas, los jugadores parecían tranquilos y corriendo con los últimos preparativos para el debut. Dos días antes, la delegación tica se lograba acreditar para participar sin problemas en los diferentes partidos del grupo C (Escocia, Suecia y Brasil) y hacían trabajos físicos para mantenerse en todas.
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Un día antes del debut mundialista, la Sele visitó la costa del Mediterráneo, la hermosa zona de Finale de Ligure, un sitio dedicado cien por ciento al turismo.
El jugador José Carlos Chaves compartía sus impresiones a horas del primer partido y lo hacía a través de una columna en La Nación, llamada “La ansiedad”.
“La cuenta regresiva está por concluir y las horas parecen tener más de 60 minutos. Nos miramos unos a los otros, como esperando algo que nos indique que no estamos ansiosos, preocupados y hasta temerosos.
“Durante el entrenamiento trabajamos con alegría y tranquilidad, lo que nos permite liberarnos del ambiente frío y pasivo en que estamos sumidos por la diaria rutina de la convivencia en el hotel.
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“Algunos, sin embargo, forman grupos en las habitaciones para jugar dominó y naipes. Unos escuchan música, - por lo general romántica - como mi amigo Vladimir Quesada. Y otros miran la televisión, mientras algunos leen”.