Con un empate sufrido 1-1 ante el Auckland City, un equipo semiamateur de Nueva Zelanda, Boca Juniors de Argentina se despidió del Mundial de Clubes en una tarde en Nashville, tan gris como la actuación de la popular escuadra de Buenos Aires.
Una suspensión de 50 minutos debido a una alerta de “tormenta severa” provocó que los hombres de Miguel Ángel Russo disputaran buena parte del segundo tiempo, sabiendo que no tenían el menor chance de continuar en el renovado torneo de la FIFA.
A su regreso al campo del Geodis Park, el Benfica de Portugal ya se había asegurado la única plaza disponible del Grupo C para la siguiente ronda.
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Las Águilas de Ángel Di María y Nicolás Otamendi vencieron 1-0 al Bayern de Múnich, ya clasificado, y se quedaron con la punta de la zona en un juego que comenzó en simultáneo en Charlotte.
Los rostros de los boquenses, terceros con dos unidades, y primer club sudamericano en bajarse del barco mundialista, no pudieron disimular el abatimiento causado por la noticia llegada desde la urbe más poblada de Carolina del Norte.
Pocos dientes
Sin haber marcado en suelo estadounidense, los neozelandeses dieron una muestra de coraje y amor propio contra un gigante de Sudamérica, cuyo ataque fue prácticamente estéril, a pesar de contar con Edinson Cavani.
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El Matador, ausente por lesión en los juegos contra portugueses (2-2) y alemanes (derrota 2-1), pasó desapercibido en un Boca que no tuvo una capacidad ofensiva acorde con el reto casi imposible de clasificar.
Para avanzar a la fase de los 16 mejores, los azul y oro precisaban golear y que el Bayern detuviera, también por un marcador abultado, al Benfica. Pero no ocurrió ni lo uno ni lo otro.
Duro golpe
La eliminación supone el primer gran golpe para Russo, de 69 años, en su regreso a la Mitad Más Uno, que ha tenido un primer semestre para el olvido.
En los juegos previos, Boca dejó una imagen combativa, coloreada por las múltiples fiestas que organizaron sus hinchas en suelo estadounidense. Pero en Nashville hubo muy poco de combate y brillantez.
“Tuvimos el bajón porque cuando volvimos a jugar ya estaba todo definido. La imagen del último partido no es buena”, dijo Russo a DAZN.
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Fue tan así, que los boquenses se fueron en ventaja con un autogol del portero de Auckland, Nathan Garrow (26), luego de que un cabezazo de Lautaro Di Lollo se estrellara con el poste y golpeara su cuerpo.
Sus esperanzas, ya muy amilanadas, se vinieron abajo cuando el central Christian Gray, un profesor de escuela de 28 años, empató en el 52 con un cabezazo en un tiro de esquina.
“Ha sido un viaje duro. Hemos tenido algunos resultados difíciles, pero estoy feliz por el equipo y los chicos. Creo que nos lo merecemos”, dijo Gray.