El exdefensor guanacasteco Carlos Espinoza colgó los tacos de forma profesional hace 14 años, pero se niega a soltarlos por completo.
Recordado por su paso por clubes como Ramonense, Alajuelense, Liberia Mía y el Puntarenas FC, hoy el exjugador vive una nueva faceta en el fútbol: la de entrenador.
Espinoza no olvida sus humildes inicios en La Cruz de Guanacaste. Ahora canaliza esa pasión al frente de un equipo en la Academia de Poetas, una institución ubicada en San Ramón, y le encanta trabajar en la formación de nuevos futbolistas.
El “Negro Espinoza”, como es conocido en el gremio futbolero, conversó con La Teja y contó cuáles fueron sus mejores momentos en el deporte rey y a qué se dedica en la actualidad.
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Espinoza fue bicampeón con Alajuelense (temporadas 1999-2000 y 2000-2001) bajo el técnico Guilherme Farinha, y con los porteños consiguió el título de la Uncaf en el 2006.
“Inicié en la Asociación Deportiva Ramonense en 1995 y ahí estuve por cuatro años. Luego me fui a Alajuelense, en la era de Guilherme Farinha. De ahí brinqué a Liberia Mía, donde estuve durante cinco años, y en Puntarenas estuve hasta el 2007. En el 2008 volví a Ramonense, equipo donde me retiré en el 2011.
“Vivo con mi esposa Adriana y tengo tres hijos: Bryan de 29 años, Brenda de 23 e Ian Daniel de cinco añitos. Además, soy el chofer de una empresaria de la zona, una señora que tiene una cadena de tiendas de uniformes médicos, y le colaboro en distintas tareas en San Ramón y en otras zonas del país”, dijo.
Carlos Espinoza y su vida en la actualidad
- ¿Cómo vive Carlos Espinoza después de su retiro?
Dejé de jugar profesionalmente en el 2011, pero la verdad es que no me he retirado (risas). A mis 49 años sigo jugando. A veces juego con un equipo en el que está mi hijo mayor, y aunque ya no corro como antes, aporto la experiencia.
La vida es de oportunidades. Yo me crié en La Cruz de Guanacaste, en un lugar llamado Hacienda Los Inocentes, y mi CAR, por decirlo así, era la escuela. En los recreos me quitaba los zapatos, la camisa y me arrollaba los pantalones para jugar.
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Un día, jugando en Peñas Blancas, en la zona fronteriza, conocí a un señor. Él me vio jugar y me invitó a irme a San Ramón, a un equipo de tercera división. En ese tiempo tenía 17 años, estaba en décimo año del colegio, y luego me salió la oportunidad de entrenar con Ramonense y ahí me quedé.
Además, juego con la Selección Máster de Costa Rica, donde hay cerca de 200 futbolistas, y participamos en actividades benéficas. El fútbol es mi pasión y yo he dicho: si me muero que sea en una cancha. Si volviera a nacer, sería futbolista de nuevo.
- Usted ganó dos títulos con Alajuelense y también obtuvo el campeonato de la Uncaf con Puntarenas. ¿Cuánto se disfruta un título al jugar en un equipo no tradicional?
Luis Diego Arnáez jugó conmigo en Alajuela y él me llevó a Puntarenas. A mí no me daba miedo meter pata, como se dice popularmente. Jugábamos con intensidad, pero no con mala intención, y en mi caso, yo me la creía. Mi rival era yo mismo.
Y en Puntarenas hay una fortaleza: el Lito Pérez. Nosotros poníamos los partidos a las 11 a.m. y se echaba agua a las 7 a.m. Imagínese cómo podía estar esa cancha horas después
Nosotros ganamos el primer partido y fuimos a Honduras. Se creía que sería fácil, pero al final tuvimos que llegar a los penales. Recuerdo que Arnáez me decía: “vaya por Luciano Emilio”, el delantero del Olimpia, y cuando entré a la cancha le dije: “vengo por usted”. Y había que creérsela.
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- ¿Cuáles son los momentos más difíciles que vivió en su carrera?
Tuve dos lesiones, pero una marcó mi final en Puntarenas y mi regreso a Ramonense. La primera fue en 1996, tuve una lesión de meniscos. Me operaron y en 15 días volví a jugar.
La más grave la sufrí en el 2007. Venía jugando en Puntarenas. Un día jugué contra Herediano, el partido cerró con empate. Recuerdo que al día siguiente del partido tenía un dolor en la rodilla izquierda; me hicieron una resonancia y me tuvieron que operar.
Eso provocó que estuviera sin jugar durante un año y cuatro meses. Ese fue mi último juego con Puntarenas. Les agradezco mucho porque me ayudaron con la cirugía y la recuperación y cuando me recuperé firmé nuevamente con Ramonense.
Recuerdo que mi primer partido en esa nueva etapa (torneo de Invierno 2008) lloré al entrar en la cancha. Era un día muy especial, y era un partido contra Cartaginés en el Fello Meza; lo empatamos 1-1.




