En el corazón de la Zona Sur, donde la pasión por la velocidad y la resistencia se mezclan con el ingenio, Barian Solís se eleva como el único representante del cantón de Osa en el Campeonato Nacional de Autocross.
Su “chuzo” no es solo un vehículo; es una impresionante fusión de dos mundos automotrices, un verdadero “Transformer” que, en solo ocho meses, pasó de ser un conjunto de piezas a una máquina de competencia.
Para Barian, el autocross es un nicho para la creatividad automotriz. Su “chuzo” es la personificación de la mezcla de un Mitsubishi L200 y la carrocería de un Chevrolet Tracker (o Suzuki Sidekick).
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“Casi ningún carro de autocross es original”, explica Barian. “Siempre es una mezcla de vehículos para mejorar el rendimiento de todas las partes”.
El potente motor diésel de 3.000 cm³ del L200, conocido por su robustez, se une a la ligera carrocería del Tracker, una combinación pensada para la resistencia, más que para la velocidad pura, crucial en las duras condiciones de la pista. Este modelo 98, aunque veterano, ha sido completamente mejorado para la batalla de las pistas con barro, agua y obstáculos.
Ocho meses
El proyecto de contar con un carro para competir arrancó hace apenas ocho meses.
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Barian y su equipo son el orgullo de la Zona Sur Sur, representando a Osa en la competición nacional, aunque vive en Pérez Zeledón.
“Uno nace con esto,” confiesa Barian, cuya familia ha arrastrado la pasión por el automovilismo por generaciones. Después de 16 años compitiendo en motocross, la espinita de la competencia lo llevó de vuelta a las pistas, esta vez sobre cuatro ruedas, con la idea de construir su propio campeón.
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El “Transformer” se gestó con piezas adquiridas en distintos rincones del sur costarricense. El motor diésel, elemento clave por su resistencia al agua y al barro, se encontró en Bahía Drake, mientras que la otra parte del vehículo provino de Pejibaye de Pérez Zeledón.
En sus marcas
El Campeonato Nacional de Autocross será el escenario en el que el “chuzo” de Barian demostrará su valía. Competirán en la categoría de cuatro cilindros, enfrentando desafíos en diversas pistas a lo largo del año. La próxima parada es el 3 de agosto en San Carlos, en la Cámara de Ganaderos.
“Es una satisfacción personal inmensa poder construir algo desde cero y llevarlo a un nivel competitivo,” dice Barian.
Lo más retador, sin duda, ha sido el motor. “Es el corazón del proyecto,” señala. Reconstruirlo y adaptarlo para soportar el castigo de barro, agua y horas de maltrato implica una inversión significativa de tiempo y dinero, y un profundo conocimiento técnico.
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Las carreras de autocross, explica Barian, son, principalmente, de resistencia. Un carro puede ser rápido, pero si no está preparado para las zanjas y los pegaderos, no terminará la competencia. “Tiene que ser una mezcla entre resistencia y velocidad, el otro 50% es el piloto, que debe estar en buenas condiciones físicas para soportar el desgaste.”
Logro
Tener el vehículo listo en tan poco tiempo es notable. Barian atribuye gran parte de ello al apoyo incondicional de su familia. Aunque viven en Pérez Zeledón, su taller está en Puerto Cortés, Osa, donde Barian y su equipo trabajan de lunes a viernes en aire acondicionado.
Las noches son dedicadas al “chuzo,” invirtiendo de tres a cuatro horas diarias. Este ritmo acelerado, que en otras circunstancias tomaría años, permitió que el “Transformer” cobrara vida en solo ocho meses.
“Puedes tener el dinero y todas las partes, pero si no tenés el conocimiento de a lo que vas o a lo que estás dirigido, no lo vas a lograr,” explica.
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Es un sueño cumplido, forjado con horas de trabajo nocturno y un compromiso inquebrantable. El domingo, este “chuzo” transformado estará listo para dejar su marca en el autocross nacional.
Redactado con ayuda de IA y revisado por un periodista y editor de La Teja