José Luis “El Puppy” López vivió una carrera llena de triunfos en el plano nacional e internacional. Sin embargo, el exvolante morado confesó que se retiró con un gran pendiente: nunca jugó un Mundial mayor con la Selección Nacional, un sueño que se le escapó por lesiones, cambios de técnico y hasta por la distancia.
El exjugador de 44 años sigue vinculado con el fútbol, a través de sus negocios, y hoy desarrolla un proyecto con Inteligencia Artificial, que les ayudará a las promesas de este deporte a darse a conocer, gracias a un sistema que permitirá recopilar sus estadísticas.
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El Puppy conversó con La Teja sobre su vida fuera de las canchas, cómo disfruta el deporte de sus amores y a cuáles clubes les sigue la pista, por amor a la camisa y por la relación que tiene con varios de sus amigos, quienes aún juegan en equipos como Saprissa, Herediano y Alajuelense.
Alitas, amigos y fútbol
- ¿Qué ha sido de la vida de José Luis, una vez retirado del fútbol?
Aquí estamos reinventándonos todos los años con proyectos. Me retiré en el 2013, con el Club Sport Uruguay, y a partir de eso inicié con mis proyectos.
Tuve una tienda que se llamaba Pupy ID, vendíamos artículos deportivos y ahí estampábamos los números de las camisas de la Selección Nacional, de Saprissa, la Liga.
En lo personal, me casé y me divorcié, tengo dos hijos: Emma, de 10 años, y Fernando, de 7. Ambos viven en Estados Unidos y ahorita estoy con un proyecto llamado Creo Fútbol.
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Con este proyecto, las academias van a poder darles un valor agregado a los chicos mediante unas cámaras de Inteligencia Artificial, y les pueden dar un perfil a los jugadores, para ir colocando sus videos, sus estadísticas y sus datos en lo que sería como un currículum digital.
En este momento, hay unas 35 academias que están trabajando con esta plataforma, estamos probando cómo les va y la idea es sacarle el máximo provecho.
- ¿Cómo es su relación con el fútbol?
Yo lo vivo de esta manera: me compro unas alitas, unas tres cervezas y veo el partido en mi casa, tranquilo. Sí tengo relación directa con los clubes; de hecho, trabajo de la mano con ellos, pero me siento en mi casa o en la casa de unos amigos y si me pierdo un partido, no pasa nada.
Siempre estoy pendiente de Saprissa, Heredia y Alajuelense, porque aún hay gente que juega en esos clubes, como Celso Borges, que es mi amigo; a Óscar Ramírez, que es un técnico al que le guardo mucho cariño.
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En Herediano tengo un montón de compañeros y amigos, y en Saprissa todavía están David Guzmán y Kendall Watson, personas con las que compartí y a las que me interesa que les vaya bien.
- ¿Hay algún pendiente que no pudo lograr en su carrera?
Sí, ir a un Mundial mayor. Fui al Mundial Sub-20 en Argentina y nos fue bastante bien. Fui capitán en la Selección Olímpica en Atenas 2004. Estuve en las eliminatorias del 2006 con Jorge Luis Pinto, pero me lesioné y luego estuvo Alexandre Guimaraes, pero no me tomó en cuenta por la lesión.
En el 2010 jugué casi que todas las eliminatorias con Rodrigo Kenton; sin embargo, hubo cambio de cuerpo técnico y yo estaba en Australia y se me dificultaba viajar y en el 2014, jugué mi último partido, el amistoso contra España (que se empató 2-2). Luego conversé con Pinto y me dijo que estaba en un equipo que no era muy dinámico y él necesitaba jugadores más dinámicos, y como ya tenía 33 años, no pude participar en ese proceso.
Eso me produjo un sinsabor, porque fui seis veces campeón con Saprissa, tercer lugar del mundo con Saprissa en el Mundial de Clubes, campeón dos veces en Australia, capitán de la Selección Olímpica y tuve muchos logros, solo me faltó ese.
- Más allá de esto, ¿qué le dejó el fútbol al Puppy?
Creo que lo mejor que me dejó fue el haberme forjado una disciplina, una constancia, una personalidad muy perseverante. Nunca fui ni el mejor ni el peor jugador, pero sí era el que más entrenaba, el que más practicaba y creo que eso me hizo lograr lo que logré, poco o mucho, pero yo estoy feliz con todo lo que hice.
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Y hubo una mejor actitud ante la vida, en la que, si perdí una oportunidad, al día siguiente tengo otra de seguir luchando. Esos deseos de continuar se los debo a la disciplina que adquirí en 14 años de carrera.