Un vecino de Curridabat disfruta al máximo su jubilación y hace tres años se dio un gustico que lo tiene más que enamorado.
Don Roy Villalta es amante de los autos antiguos y gracias a un amigo pudo adquirir un Jeep Cherokee del año 76, una auténtica pieza de colección.
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Villalta tiene 70 años y trabajó en labores de soldadura. Contó que un señor, quien poseía varios autos antiguos falleció y su hija comenzó a venderlos.
“Un conocido sabe que me encantan este tipo de carros y nos contó que estaban vendiendo esta Cherokee y sin pensarlo mucho hicimos el esfuerzo por comprarla.
“Anteriormente tuve un Chevrolet Blazer, porque me gustan los carros grandes y me enamoré de esta Cherokee y la verdad ha valido la pena tenerla, me siento muy feliz”, comentó.
Don Roy aseguró que desde que adquirió este carrito ha tenido que meterle mano y poco a poco va quedando como a él le gusta.
“Originalmente era roja, pero estaba desteñida y por eso cambiamos el color a verde, lo cambié porque se ve diferente; y le hemos hecho ajustes en la parte mecánica.
“Hace poco la llevamos a revisión técnica y no pasó por una llanta que no frena y pronto volverá a ir para que esté lista, le pusimos bombas nuevas y no es descapotable”, destacó.
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Un tesoro
Este chuzo posee un motor de 6 cilindros, con marcha manual de tres velocidades y en su interior posee varios de sus elementos originales.
A Villalta le encanta la música y la Jeep posee su radio original, con entrada para casette y por eso, cuando se da una vuelta en su nave escucha Sinfonola.
Sus asientos son negros, es de dos puertas y dentro de ellas tiene una tela con una textura elegante. La marcha es original y dos patitos de hule acompañan a este fiebre de la velocidad.
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Don Roy aprecia tanto este vehículo, que lo usa poco, pues no desea que se le dañe. Lo aprovecha para dar vueltas cerca de su casa y cada 15 días llena llena el tanque.
“La verdad es mi consentido, pero no quiero usarlo para viajes largos, porque no deseo que se deteriore. Quiero cambiarle la máquina, ponerle un motor de 8 cilindros, pero ahí vamos poco a poco, para dejarlo como nos gusta.
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“Cuando lo saco me lo piropean demasiado, la gente hasta me pide tomarle fotos, les llama la atención que un clásico esté así de lindo. Cuando me subo en él me siento como si anduviera en un chuzo del 2030 y como no trabajo, dedico mañana y noche a mantenerlo bien bonito, porque quiero conservarlo lo mejor que pueda”, destacó.