Henry Bejarano, exárbitro y analista arbitral de La Teja, decidió romper con la rutina, con el fin de cumplir un sueño que tenía desde niño: escalar el cerro Chirripó.
El exreferí se mandó con todo a vivir esa experiencia a finales de junio en compañía de once personas. La Teja se dio cuenta del ascenso y de una lo entrevistamos para saber cómo le fue.
Nos contó que está feliz de la vida al ver que a punta de esfuerzo y paciencia alcanzó una importante meta personal.
“Desde muy pequeño siempre había querido subir el cerro Chirripó, admiraba a la gente que lo escalaba y decía: ‘algún día estaré ahí' y bendito Dios que me dio la oportunidad de estar allá, fue cumplir un sueño mágico, una experiencia única.
“Fue una gran experiencia ver al mismo tiempo el océano Pacífico y el mar Caribe, algunos volcanes y cordilleras, eso me encantó muchísimo.
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“Subir el Chirripó no es para cualquiera, podrá tener mucha condición física, pero acá la mente es clave, fue una satisfacción muy grande haber ido con mis compañeros de trabajo Melvin, Kike, mis primos y otras personas que estuvimos allá”, comentó.
Nos confesó que su preparación fue muy diferente en comparación al resto de personas, ya que prefirió enfocarse en el aspecto mental, en lugar de hacer caminatas de prueba a otros cerros del país para afinar la parte física.
“No, no, no hice nada, solamente fui al gimnasio, hice rutina de pesas para las piernas. Una compañera que ha subido ocho veces el Chirripó me dijo que es más valioso la preparación mental que la física, porque la persona que no tenga la mentalidad de subir, le costará mucho, peor en la bajada. Ella tuvo la razón.
“Cualquier persona puede llegar hasta lo más alto de Costa Rica, pero para que sea posible debe proponérselo, no mirar atrás y la ayuda de los compañeros es esencial”, aseguró.
Destacó que el trabajo en equipo es crucial para que la experiencia sea un éxito.
“En mi caso estaba en un grupo de once personas y nos motivamos, entre todos fuimos como hermanos, si a uno le dolía la rodilla, al resto también, ese trabajo en equipo desde la subida y hasta la bajada fue muy bueno.
“Los trabajadores de la base de Los Crestones se comportaron muy bien con nosotros y después cuando subimos a las 2:30 a. m., hacia la cumbre, Dios nos ayudó a aclarar el panorama, al principio estaba nublado, pero después se despejó y pudimos ver todas las cosas tan lindas que solo allá se ven”, aseguró.
Se mandó fuerte
Bejaranos nos explicó que se embarcó en esta aventura, gracias a un compañero de trabajo.
“Todo salió de mi compañero Melvin Cubero, tiene una amiga que es guía allá, llamada Sharon Blandón y lo planeamos desde octubre del 2023. Melvin me invitó y no dudé en aceptar la invitación, luego hicimos un chat en WhatsApp con el resto del grupo y después invité a dos primos”, comentó.
Cierre duro
Muchos piensan que la parte más complicada de la experiencia es la subida, pero Henry respondió que no es así, más bien es la bajada.
“Parece mentira, pero lo más duro es la bajada, la subida no tanto, pero el descenso es lo más rudo, porque uno viene cansado, las piernas, las rodillas y los tobillos vienen pesados”, contó en medio de risas.
Los chequeos postcaminata son vitales para no quedar golpeado y poder hacer las otras actividades cotidianas.
“Un día después fui a un fisioterapeuta para que me viera las rodillas, porque me quedaron golpeadas, tomé antiinflamatorios y al día siguiente me sentí como si nada, me sentí bien para después ir a trabajar. Quedé un poco adolorido, pero valió la pena”, explicó.
Para él, el apoyo de su familia y amigos fue su motivación extra para afrontar el reto, lo alentaron desde que empezó a subir y hasta que pasó la revisión con los especialistas para volver a la normalidad.
La pregunta que no podía faltar en la entrevista se la hicimos al final: ¿Volverá a escalar el Chirripó? Su respuesta fue contundente: “Sí, claro, estoy pensando si voy en el verano”.