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La historia del auto que escogió a su dueño

El Cholo estaba destinado a que su dueño fuera José Pablo Cedeño

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Un lindo Toyota 1000 del año 1986, de color blanco y que parece de juguete, estaba destinado a que su dueño fuera don José Pablo Cedeño Villalobos, vecino de San Rafael de Heredia.

La historia que cuenta José Pablo hace parecer que el carrito lo estaba esperando a ser visto por él, pues ni siquiera estaba interesado en esa marca, y menos en ese carro, pero el destino tiene sus cosas.

José Pablo Cedeño, chuzo, Toyota 1000, 1986

Cedeño, de 41 años, es aficionado a los carros clásicos, pero era un fan de la marca Datsun; sin embargo, con el chuzo que se consiguió ahora se volcó a Toyota, pues dice que todos los dueños de carros como los de él, tiene una historia detrás.

Resulta que José Pablo estaba buscando un vehiculo que comprar, pero no era un Toyota sino más bien un Datsun, como le gustaban a él, cuando de pronto vio un anuncio que decía que ese Toyota estaba en venta y él estaba cerca.

“Era una página donde había varios a la venta y la abrí por error, y vi que estaba disponible, pero no solo eso, sino que estaba cerca. Llamé al dueño y me dijo que nadie le había confirmado, pero que había varios interesados”.

José Pablo Cedeño, chuzo, Toyota 1000, 1986

José Pablo se fue a verlo a Calle Víquez en San Joaquín de Flores, sin gran ilusión, más por curiosidad que por un interés real, pero cuando lo vio, sucedió algo que no estaba en el pensamiento del hombre.

“Lo vi y fue amor a primera vista, parece un juguete, vieras que cuando voy a los desfiles o ferias, hay carros muy caros, y estoy en un club donde los autos valen mil veces más que el mío, pero la gente se va a ver el mío”.

José Pablo Cedeño, chuzo, Toyota 1000, 1986

“No era fan de Toyota, era de Datsun y cuando tuve ese carro y en las exhibiciones, con esta línea de autos, todo el mundo tiene una historia, la gente joven, todos los señores tienen algo para contar, es una cosa muy bonita”, añadió Cedeño.

Dijo que en los carnavales del año pasado en San José, lo llevó y fue una locura lo que causó. “Todos tienen que ver con el carro, llama demasiado la atención. Lo tengo original en un 95 por ciento, las modificaciones que le he hecho son por seguridad”, explicó.

El carrito se llama “El Cholo” y hasta eso tiene historia, que en este caso tiene que ver con el juego de pool.

José Pablo Cedeño, chuzo, Toyota 1000, 1986

“Tengo una moto negra que le puse algo alusivo a la bola ocho y al carrito le puse “el Cholo”, porque es la bola blanca en el billar; incluso, le tengo una plaquita”, expresó José Pablo.

Eso sí, dijo que tiene una especie de cábala con los carros y que, probablemente, en algún momento lo venda por algo que le dijo un conocido.

José Pablo Cedeño, chuzo, Toyota 1000, 1986

“Me dijo que cuando tuviera un carro, lo vendiera para que me provean de algo mejor. Pues el primer carro que tuve no lo vendí y me lo robaron. Por eso, aunque lo quiero mucho y es el que más he disfrutado, si me ofrecen el precio, que es un precio caprichoso, pero si le llegan se va”, contó.

De momento, quiere disfrutar más, sacarle todo el jugo a su pequeño chuzo y seguir ganando admiradores por donde quiera que vaya.

Franklin Arroyo

Franklin Arroyo

Periodista egresado de la Universidad Federada. Integra el equipo de Nuestro Tema de La Teja. Trabajó en el Periódico Al Día, corresponsal del diaro Marca para Centroamérica y editor de la revista TYT del Grupo Eka.

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