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El fútbol español está de luto pues este jueves 1° de mayo falleció, a los 76 años, Manuel Cáceres Artesero, más conocido como Manolo “el del bombo”, el hincha más famoso de la selección española.
Su muerte marca el final de una era para miles de aficionados que lo identificaban como un símbolo de apoyo incondicional a la Roja.
Según el medio Infobae, Manolo estuvo presente durante más de 40 años alentando a la selección ibérica en los estadios del mundo. Participó en 10 Copas del Mundo, 8 Eurocopas y numerosos partidos clave, tanto amistosos como oficiales.
Su bombo, su camiseta de España y su energía inagotable, lo convirtieron en un emblema inconfundible en las gradas.
Fueron tantos los caminos que recorrió Manolo, que vino a dar hasta Costa Rica en un par de ocasiones, todo gracias al fútbol.
En el 2011 vino al partido amistoso que la selección europea disputó en el estadio Nacional ante Costa Rica, el cual acabó 2-2. Ese día los ticos pudieron escuchar el instrumento que a lo largo de 40 años se volvió un icono del fútbol español y las copas del mundo.
Los viajes de Manolo a Tiquicia no se limitaron exclusivamente a seguir a su selección, pues mucho antes, en 1989, tuvo una curiosa visita al estadio Fello Meza.
En aquella ocasión también llegó con su tambor a alentar a los blanquiazules y corear a grito pelado, “Cartago, Cartago”, como lo hizo ver una fotografía que compartieron este jueves en su memoria.
La página de Facebook Memoria gráfica del Club Sport Cartaginés destacó y recordó esa ocasión que visitó la fortaleza azul.
“Con mucho pesar comunicamos el fallecimiento de don Manuel Cáceres Artesero, conocido como Manolo ‘el del Bombo’, quien por invitación del entonces entrenador del Club Sport Cartaginés, don Juan Luis Hernández Fuertes, llegó a Cartago en el año de 1989, participó activamente en las graderías del estadio Fello Meza en la motivación de los aficionados brumosos. Que en paz descanse”, destacaron.
Una leyenda
Nacido en San Carlos del Valle (Ciudad Real), vivió en varias ciudades, entre ellas Huesca, Zaragoza y Valencia, donde consolidó su figura como aficionado incansable. En sus inicios fue reconocido por el característico cachirulo (una especie de pañuelo) que lucía en la cabeza, un guiño a la cultura aragonesa. Pero fue su entrega y fidelidad a la selección lo que lo convirtió en un referente, dentro y fuera de los estadios.
En los últimos años, Manolo residía en Moncófar, Castellón, desde donde seguía cada partido de la selección con el mismo entusiasmo de siempre. A pesar de su edad y de varios problemas de salud, nunca se desvinculó del equipo de sus amores. Su última aparición animando a España fue el pasado 23 de marzo en Mestalla, durante un amistoso frente a Países Bajos.
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Manolo no solo era querido por los españoles. Su simpatía y cercanía lo hicieron popular también entre hinchas extranjeros, jugadores y personalidades del deporte. Participó en campañas publicitarias y fue homenajeado en numerosas ocasiones por su labor como animador, convirtiéndose en una figura cultural ligada al fútbol español.
Su legado va más allá del bombo. Representó la pasión, el compromiso y la alegría de ser aficionado. Para muchos, Manolo era parte del equipo, un integrante más de la Roja que nunca fallaba, ni en los buenos ni en los malos momentos.
Hoy el fútbol despide a uno de sus personajes más queridos. Pero su espíritu seguirá vivo en cada estadio donde suene un bombo en honor a su memoria.
Esta noticia fue redactada con ayuda de inteligencia artificial y revisada por un periodista.
