Óscar Valverde, exjugador de Liga Deportiva Alajuelense, tuvo un retiro prematuro por las lesiones; no obstante, encontró la forma de seguir ligado al fútbol.
El exlateral derecho es el dueño de una empresa que instala canchas sintéticas en todo el país y que hoy le da sustento.
Valverde se retiró a los 29 años, agobiado por las lesiones. Muchos lo recuerdan por su papel en las finales. Era de esos jugadores que pasaba en la suplencia, muchas veces perdía la titularidad por lesión, pero le tocaba ser estelar en las finales y siempre cumplía a cabalidad.
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En una amplia entrevista con La Teja, Valverde contó anécdotas, pasajes de su carrera, y de su vida personal.
El exmanudo ya tenía su propia empresa cuando era jugador y le dedicaba poquito tiempo, pero la sacaba adelante.
Era una distribuidora de ropa de cama, que se llamaba Vianey. “El fútbol me ayudó mucho a relacionarme con la gente y entonces llegaban a ver el negocio. Como todo, era un trabajo sacrificado.
Fútbol, su pasión
Sus estudios de administración le enseñaron algo clave: “no se puede tener todos los huevos en la misma canasta” y con esa premisa empezó a llevar cursos de instalación de canchas sintéticas.
“No quería alejarme tanto del fútbol, quería volver a mi origen, necesitaba algo que me devolviera a esa pasión y encontré en el zacate sintético esa opción”.
Valverde duró ocho años con la empresa Vianey, en la que obtuvo experiencia en atención al cliente. Luego de eso decidió dar el paso a la empresa de instalación de canchas sintéticas, que es actualmente su oficio.
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“Empecé con canchas sintéticas durante ocho años, ya después me empezaron a pedir que construyera el edificio, luego el proyecto completo. Entonces pasamos a constructora de canchas”, explicó.
Ejemplo de su trabajo es la cancha sintética, el edificio principal y el hotel del Centro de Alto Rendimiento de Alajuelense (el CAR).
“Nos adaptamos a las necesidades del cliente”, recalcó.
“Es un mercado difícil, competitivo, algunos regalan las cosas, pero no las hacen bien”.
Intento fallido
Recordó que, por querer estar ligado al fútbol, un año estuvo en la comisión técnica de la Liga y lo considera su peor época.
“Si yo hago algo, entrego todo y era un año en que la Liga no jugaba a nada. Yo iba a los partidos para ver qué pasaba y no entendía a los jugadores, tenían todo. Me di cuenta de que la dirigencia no era para mí, me hubiera vuelto loco, los hubiera echado a todos”, añadió Óscar.
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Como técnico menos, pues dice que si un jugador entra a la cancha y no busca la bola, “¿para qué entra?”.
Así era Óscar, el jugador, entregado, que le iba a todas. Un futbolista de mucha clase que sigue en el fútbol, pero desde otra trinchera.