Ariel Soto ha sido un futbolista de los que no se esconden. Valiente. De los que dan la cara y no se lavan las manos. Ha metido la pata, sí, pero también ha tenido el coraje de cargar con sus errores para convertirlos en aprendizaje.
Nunca negó que de más joven su comportamiento le costó buenas oportunidades y lo cuenta de frente, sin adornos ni excusas, como quien ha aprendido a los golpes.
Hoy a sus 33 años es uno de los líderes en el camerino del Sporting y tiene una mentalidad muy diferente a la que tenía cuando estaba en Alajuelense, club con el que se formó y debutó en el fútbol nacional, siendo un chamaco donde se le subió la fama a la cabeza.
Ariel muchas veces actuó sin medir las consecuencias de lo que hacía, pero el tiempo le dio porrazos que lo hicieron madurar y hoy tiene toda la propiedad para hablar con sus compañeros más jóvenes sobre muchas cosas, desde su experiencia.
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Esto no es nada nuevo, Soto lo ha reconocido en diversas ocasiones y ha sido parte la madurez que asumió como persona y futbolista conforme caminó su carrera en la que fue campeón tanto con los manudos como con el Herediano.
En el cuadro albinegro en lo deportivo también se ha vuelto uno de sus referentes, por lo que en charla con La Teja nos contó cómo es su rol actual en el club.
“La vida se trata de eso, de caerse, de levantarse, uno en la vida se ha llevado buenos aprendizajes que uno no quiere que a los compañeros, que a los jóvenes les pase, pero como dice el dicho, nadie escarmienta por cabeza ajena, uno les puede hablar, aconsejar, pero ya es decisión del joven cómo actúa, uno está ahí para dar un consejo”, explicó.
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Hablar desde la experiencia también puede muchas veces fortalecer un discurso, no decirlo solo porque se piensa que está mal, sino porque ya se pasó por ahí.
“Creo que pesa más cuando uno pasó por las cosas a una persona que no las ha pasado, creo que tiene mayor credibilidad y ver qué salió adelante, aún más en lo que uno habla. Uno trata de ayudar a los jóvenes para eso, para que surjan, se consoliden y pueden llegar a cumplir sueños”.
¿Qué pasó en la vida de Ariel para dar ese golpe de timón y decir si quiero seguir en esto no puedo seguir con esto otro? Hubo un momento en específico que lo marcó.
“Cuando uno es joven a uno le alcanza, uno lo piensa, ya luego va madurando con los golpes de la vida, vas aprendiendo cosas y llegan personas importantes a tu vida que te cambian, en mi caso fueron mi esposa y mi hijo, eso hace que uno vea las cosas de manera diferente, porque allí ya tienes que darle el ejemplo a alguien que va para arriba”
“Yo te puedo decir que me arrepiento de muchas cosas que hice joven, pero si no las hubiera hecho, no tendría la experiencia, mentalidad o sapiencia de ahora para saber cómo son las cosas. Creo que las cosas pasan por algo, así es la vida”, contó.
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Su hijo Samir, que está por cumplir cuatro años, sin duda fue el que provocó ese vuelco.
“Lo que tiene mi hijo y un par de años atrás, ya había sentado un poco más de cabeza, ya estaba centrado, tomado decisiones de cambiar mi vida, porque así como andaba no iba a llegar a ningún lado, me iba a quedar sin cosas. Uno ve que el tiempo y la vida pasan y me estaba quedando sin nada, tenía que pensar en el futuro, fue unas de las cosas por las que decidió cambiar”, destacó.
Ariel por ejemplo recuerda que uno que siempre estuvo a su lado hablándole y tratando de guiarlo fue su papá, don Román Soto, quien fue deportista también, como patinador fue seleccionado nacional, compitió en Juegos Panamericanos y Mundiales, por lo que además era una persona muy disciplinada.
“Mi papá siempre estuvo conmigo, fue el que me ayudó desde pequeño, él posiblemente no quería que a uno le pasaran algunas cosas, pero muchas veces te tienen que pasar cosas para aprender, estaba ahí siempre regañándome, diciendo no hagas esto o lo otro y uno decía ‘Qué viejo más necio’, pero cuando te pasan las cosas ahí te acuerdas, mi papá me dijo, tocó así al inicio, pero acá estamos, contentos”, finalizó.