Alajuelense representa una parte importante de la vida para muchos exjugadores que pasaron por la institución, la que les permitió ser un sostén para sus familias, sacarlos adelante y hasta hacer una carrera en el club.
Don Carlos Barrantes, un corajudo defensor de los 70 y 80, tiene mucho que agradecerle al León, porque además de pasar por el equipo como futbolista, tiene dos hijos que también han dejado su huella en Alajuela, en diversas funciones.
Por un lado, está Juan Carlos Barrantes, quien es el preparador físico estelar del primer equipo masculino, a quien le dieron la plaza cuando el brasileño Martinho Do Prado se marchó del club junto con el extécnico Alexandre Guimaraes.
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Juanca trabajó en diversos equipos de ligas menores; con Andrés Carevic pasó a ser el segundo preparador físico para primera división, hasta que ahora ya encabeza el departamento tras un proceso de algunos años.
Por otro lado, está María Fernanda Barrantes, quien fue asistente técnico de Wílmer López en el equipo femenino hasta el año pasado y, anteriormente, fue de las grandes figuras en la cancha, una goleadora implacable que se retiró en el 2022, y acabó su carrera en el top diez de las máximas anotadoras en la historia de Costa Rica.
Una gran muestra de que para la familia Barrantes, Alajuelense ha sido algo más que un equipo, ha sido un sostén y una parte muy importante de su vida.
“Yo estoy muy agradecido por lo que ha hecho por los dos, eso es lo lindo, ver lo que ellos han logrado, tener unos hijos que no tienen vicios, que son personas sanas, esforzadas”, expresó don Carlos.
Él se siente muy agradecido no solo con la institución, también con don Joseph Joseph por la oportunidad que les dio a sus hijos, a quienes, incluso, le dijo cuánto los estima.
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“Un día hablaba con él y me decía, sus hijos son grandes muchachos, breteadores, educados y le decía que es lo que tratamos de hacer. Yo no sé si don Joseph me vio jugar, pero lo bonito es ver cómo se expresa sobre ellos, porque él no me conocía. Cuando yo me presenté y supo quién era, me dio esos conceptos de ellos.
“Es un halago muy bonito para uno como papá escuchar que otros vienen a hablar así; es muy lindo, es lo que uno se lleva, un orgullo muy grande de ver quiénes son. Yo siempre he dicho, lo que se refleja en la calle es lo que usted aprendió en la casa”, explicó.
100% manudos
En este caso se trata de una familia profundamente liguista, por lo que ver llegar a los hijos también al club, fue una felicidad muy grande.
El primero fue Juanca en el 2019, cuando entró a las ligas menores y, poco a poco, fue creciendo para cumplir un sueño de niño.
“Juan Carlos es lo que llaman un liguista envenenado, algo increíble; su pasión por la Liga desde que era niño es mucha. Antes de estar en este ambiente, yo recuerdo cómo sufría, lloraba por la Liga, se enojaba, de esos que cuando el equipo perdía la pasaba muy mal”.
Agustín Lleida, Vidal Paloma y Víctor Badilla fueron quienes le dieron la oportunidad de entrar a la institución. De ligas menores pasó a trabajar con el alto rendimiento y luego con el primer equipo; igual al proceso que cumplen los futbolistas.
Como dato curioso, dentro del crecimiento de Juanca en el club, hasta pasó por el primer equipo femenino, donde compartió con su hermana por unos meses, pues ella había ingresado en el 2020, cuando se consolidó el proyecto de las chicas.
“Ahora le agradezco mucho a ‘Machillo’ Ramírez por la oportunidad que le dio a Juanca, por darle el chance y en una posición tan importante, con el impacto que tiene en el equipo, que creyera en él y lo mantuviera en el primer equipo, creo que va para grandes cosas”.
Por su lado, con María Fernanda los unen las vivencias en la cancha. Por ejemplo, ambos estuvieron presentes en el convivio que los erizos hicieron el 12 de julio con exjugadores de la institución.
“Es un orgullo todo lo que ella ha logrado, ver todo lo que hizo acá como goleadora, que jugó un mundial mayor. Realmente, tuvo una carrera muy buena y es de admirar”, manifestó su papá.
Don Carlos, como cualquier otro liguista, sigue viendo los partidos del León con mucha pasión, pero también con fe. La motivación de ver a sus hijos con medallas de campeones es algo que lo anima a seguir al pie del cañón con los colores rojo y negro.