Un Dodge Raider de 1988, es el carro de Miguel Montero, el cual ve como si fuera parte de su núcleo familiar por el cariño y vínculo de tantas historias a lo largo de su vida con la familia.
“Mis hijos ya se hicieron grandes, pero en realidad, crecieron con ese carro; fueron al kínder, a la escuela, a la primera comunión, y a todas las actividades familiares los llevamos en ese vehículo. Por eso, pese a tener un carro nuevo, seguimos conservando al Raider como una reliquia casi”, mencionó el vecino de Heredia.
Miguel tiene el vehículo por la nostalgia que le genera a él, a su esposa, Ivannia Arce, y a sus hijos, Miguel y Melina Montero; además, al ser un auto de excelentes condiciones, no le pagarían el valor que él le da al mismo. “Al ser un modelo viejo, no nos pagarían lo que vale un carro de esas condiciones, y que está en óptimas condiciones, así que no vemos el costo beneficio de venderlo en un monto muy bajo y perder un carro que nos es muy útil para muchas cosas todavía”.
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Don Miguel nos comentó cómo fue que consiguió este vehículo hace ya muchos años, ya que considera que fue casi que de sorpresa como se convirtió en el dueño del mismo.
“Ese carro me llegó de sorpresa, una compañera llegó a una oficina donde trabajaba antes, y me escuchó que estaba buscando carro, y en eso solo me puso las llaves en el escritorio y me dijo que me vendía el carro. Entonces fuimos a dar una vuelta y fue amor a primera vista. Desde ahí me quedé con él y me lo vendió a un precio cómodo, incluso en dos pagos”, recordó.
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Nos comentó que el auto tiene un valor tan grande para la familia que es hasta parte de la construcción de la casa donde viven actualmente, en San Isidro de Heredia.
“Con el carro jalamos materiales de construcción cuando hicimos la casa; llevábamos y traíamos objetos pesados, muebles, la ropa, computadoras, entonces tiene un valor sentimental muy arraigado.
“El carro lo queremos tanto por las vacaciones que hemos hecho durante la infancia de mis hijos Melina y Miguel, y es que es tal el cariño que hasta para limpiar el lote donde vivimos nos ayudó, ya que había unos árboles y matas de café y hubiese sido muy difícil de quitar, pero con el carro se amarraron y así lo limpiamos”, explicó don Miguel.
Acotó que entre los viajes más extensos que han hecho estuvo uno a Golfito, en el que el carro respondió perfectamente, para traer cosas y demás utensilios para el hogar.
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“Fuimos de aquí a Golfito, por la costanera, y no hubo problemas. En las revisiones técnicas nunca ha fallado, siempre ha pasado a la primera, solo cosas menores, pero el carro nunca me ha hecho sufrir por no pasar Riteve o ahora Dekra”, señaló.
Pese al poco uso, lo tienen al día en todo. “Nosotros tenemos el carro con todo al día, pese a que el último año solo caminó 100 km; incluso, le tenemos seguro, marchamo y todo”.
Don Miguel adquirió el carro en el 2000 y desde entonces lo conserva como si fuera un miembro más de la familia Montero Arce.