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Un Ranchero que sigue sacando piropos en la calle

Ariel Mora cuenta cómo su chuzo sigue dando de qué hablar con el paso de los años

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Dicen nuestros abuelos que solo una vez en la vida se cometen errores, y esto lo aprendió don Ariel Mora, quien hace años vendió un Datsun 620, pero, por cosas de la vida, volvió a comprarse otro y ahora lo chinea tanto que lo tendrá para el resto de sus días.

Este vecino de Buenos Aires de Puntarenas contó cómo, a partir de ese hecho, aprendió y ahora tiene como un ajito a su ranchero, como es muy conocido en Tiquicia.

“Siempre me ha encantado por esas características; entonces, tuve uno amarillo por muchos años y llegó una persona en un museo de Nueva York y me ofreció comprarlo, pues estábamos en un momento ahí complicado y lo vendí.

“Este lo tengo desde hace como cuatro años que lo tenían guardado en Heredia y volví, nuevamente, a adquirir el carro que yo ya había tenido muchos años atrás. Esa es la verdadera historia de este”, agregó.

Entre las cosas que lo tienen maravillado es el espacio que tiene en el interior y que es bueno para cualquier brete.

“Este carro me encanta porque es muy completo; es de dos puertas, pueden viajar seis pasajeros. ¿Por qué asi?, porque los cambios están en el volante; entonces, adelante es un asiento corrido; sin embargo, no se lo he habilitado, pero sí lo voy a hacer, para que se puedan sentar tres personas adelante y tres atrás. Además, tienen un cajón, pues es carga liviana.

“Seguramente, el registro cuando vio este carro en Costa Rica se le hizo un circuito y lo clasificaron como carga liviana por el cajón que tiene atrás, un cajoncito muy completo. De ahí en adelante, yo lo utilizo, prácticamente, todos los días”, comentó.

Un detalle que a Ariel le llamó la atención es lo poco que paga de marchamo; para este año pagó 67,000 colones, uno de los más baratos del país.

Una de las anecdotas que recordó Mora con su carrito fue cuando hace tiempos le ayudó a un señor que la estaba viendo fea en media pista.

“Fue reciente, yo andaba paseando en una comunidad llamada La Puna de Potrero Grande de Buenos Aires, y venía un señor empujando su moto, le faltaban una media hora para llegar a su casa.

“Ese día estaba lloviendo, eran como las 6 p.m., venía de trabajar en la siembra, yo estaba hablando por teléfono y él subiendo con esa moto porque no le arrancó. Entonces, le echamos la moto en el cajón del carrito y lo llevamos donde él tenía que llegar como a las 7 p.m.”, relató.

Al ser un modelo que cuando mucha gente lo ve le tiene mucho cariño, es inevitable que le tiren piropos, lo cual Ariel los agradece, pero de una hizo una advertencia, que no lo vende por nada del mundo.

“La gente llega con mucha nostalgia; cuando voy en la en la calle, les pito y me responden qué lindo carro. A veces me dicen que les recuerdo a su papá o que aprendieron a manejar ahí, o en este carro sacaron las cosechas de café.

“Un montón de personas lo que quieren es comprar el carro, pero yo ya no voy a volver a cometer el mismo error de venderlo, ya no se vende y me lo voy a dejar”, finalizó.

Johan Rojas Ortega

Johan Rojas Ortega

Periodista egresado de la Universidad Latina de Costa Rica desde 2014. Con experiencia en coberturas y temas en deportes, judiciales, nacionales y sucesos para prensa escrita, radio y web.

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