El país conoció su rostro al verlo alzar con ternura al bebé abandonado en Hatillo, pero detrás del uniforme hay una vida marcada por golpes duros y una vocación forjada desde la infancia. Francisco Antonio Quirós Campos, de 40 años, vive en Cartago, es padre de cuatro jóvenes y asegura que todo lo vivido lo preparó para ese preciso momento.
Una vida marcada por pruebas extremas
Es el mayor de tres hermanos y creció bajo la guía de sus padres, Alejandra Campos Salazar y Carlos Quirós Leandro. Nos contó que su vida ha sido dura y es que con tan solo 10 años enfrentó a la leucemia, y en el colegio sobrevivió a un derrame cerebral. Ya como policía, en 2015 recibió un disparo.
“Me dispararon en la pierna derecha quebrándome el fémur y hoy tengo un pin de la rodilla a la cadera”, mencionó a La Teja
Su familia es su mayor motor. Tiene una hija biológica de 21 años y otros tres jóvenes que ama como propios: “Aunque no sea el papá biológico, los quiero y amo como míos”, explicó.
Su vocación nació del agradecimiento
Tiene 16 años en Fuerza Pública y asegura que este camino lo marcó desde niño. Él descubrió que nació para ayudar.
“Desde niño siempre fue mi sueño ser policía, mis padres me inculcaron siempre el ser empático con las personas para ayudarlas. Lo confirmé cuando fui tratado en el servicio de onco-hematología del Hospital Nacional de Niños, donde personas que no me conocían me acogieron como un miembro de la familia y me ayudaron y hoy por hoy estoy aquí devolviendo toda esa ayuda a las personas que lo necesitan”.
“Vi a mis hijos en él”: el rescate que lo conmovió
El oficial reconoce que lo del bebé fue lo más fuerte que ha enfrentado. “Esto es lo más duro que me ha tocado vivir”.
Al recordar el momento, su voz se quiebra, sigue conmovido por lo que pasó y asegura que nunca buscó volverse un héroe.
“Yo quiero que sepan, que yo no busqué ningún reconocimiento para vanagloriarme, hice lo que hice porque al ver al bebé en el suelo tan vulnerable y al alzarlo sentir su cuerpo tan frágil, mojado y frío, vi a mis hijos en él”.
Añadió que actuó movido por su fe, misma que lo ha acompañado siempre.
“Yo no me considero un héroe como muchos dicen, yo solo actué como Dios me lo pidió en ese momento. Le di ese cariño, ese calor, ese sentimiento de protección que un padre da a sus hijos cuando están en peligro”.
Una lección para el país
Lo que más lo marcó fue creer en el futuro del pequeño.
“Ese ángel va a tener un propósito en esta vida y pudimos ayudarlo. Dicen que todos tenemos un propósito en la vida… yo trato de ayudar a quien lo necesite, con un consejo, un abrazo o solo con una sonrisa. Si con solo eso puedo ayudar, mi misión aquí está hecha”, concluyó.



