Este sábado, durante el Festival de la Luz, en el parque metropolitano La Sabana, entre música, luces y familias enteras disfrutando del desfile, usted podía encontrarse historias que valen oro.
Una de ellas es la de doña Josefina Esquivel Porras, una adulta mayor de 82 años que llegó con su delantal puesto y varias “cositas” para vender.
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La señora vive en calle El Alto, cerca del Llano de Alajuelita, y desde hace unos 20 años se dedica a la venta informal. Parte de lo que ofrece lo hace ella misma, como unas marionetas elaboradas completamente a mano, que arma poco a poco cada vez que tiene un rato libre en la casa. Otras cosas las revende, como una forma de completar la oferta y ganarse algo más.
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Ella explicó que no tiene un mes fijo para empezar a prepararse para el Festival de la Luz. Cuando el tiempo y el cuerpo se lo permiten, se sienta a trabajar. “En los ratitos libres me pongo a hacer”, contó.
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Este año no ha sido sencillo. Una molestia fuerte en una rodilla la obligó a salir menos, y eso ha afectado las ventas, que según dice han estado flojas. Pero igual mantiene la esperanza de que el movimiento mejore conforme avanzan los días.
Doña Josefina no solo llega a vender. También disfruta caminar, ver los espectáculos y sentir el ambiente del festival. Además, no anda sola: la acompaña su nuera, quien también vende globos y algunos artículos. En la casa, asegura, todos se apoyan.
Historias como la de doña Josefina reflejan que el Festival de la Luz también es un espacio para quienes, pese a la edad y las dificultades, siguen pulseándola con trabajo honrado y constancia.





